Noche de de puro Rock & Roll con un cartel idóneo para ir subiendo los ánimos prenavideños, en una sala que poco a poco va obteniendo reconocimiento a lo largo de la península por haber sido testigo de bandas emergentes, que actualmente llenan las pequeñas salas del país.
Es 23 de diciembre, nos encontramos en Miranda de Ebro, en el espacio joven “La fábrica de tornillos”, que ha falta de tornillos que se sigan fabricando en este recinto, se van roscando, una tras otra, las tuercas de los grupos que van pisando su escenario.
El primer turno fue para los locales The Rockin Penumonias. A escena con un cantante/guitarrista de aires de Brian Jhonson (AC/DC), bajo, batería y un guitarrista con look dark, como una manera de llamar la atención sobre el escenario. Su música es Rock & Roll reflejado en sus canciones propias y en versiones, algunas de estas son piezas puramente instrumentales con un excelente sonido, y otras con letras en el idioma anglosajón, que desde mi punto de vista y sin querer ofender, me parecieron algo planas, pero quizás porque intentaban mantener lo que es la base de la música R&R, también con tintes de punk de los 70. Según ellos tienen como referentes a Chuck Berry, Buddy Holly, Link Wray, The Rolling Stones, The Flamin Groovies, Dr. Feelgood, The Ramones, Johnny Thunders… para un servidor y citando a un grupo de la escena actual sonaba mucho en la onda de Los Coronas (justo antes de fusionarse con Arizona Baby ). De cualquier forma el grupo supo calentar y preparar el ambiente para que después saltara la formación de los madrileños, que se dejaban entrever mezclados con el público y la gente. Su cantante contento con el concierto de la noche anterior en Logroño, nos comentaba que Miranda es una ciudad especial por las cinco veces que se han subido al escenario en esta localidad.
“Do you thing, babe, the rihgt song” o los temas “There she goes” y “Time will well”, de su nuevo trabajo dieron continuidad a su directazo, siempre sin bajar la energía y los movimientos de sus componentes en el escenario. Malabares a las percusiones, el teclista tocando junto con Rami la batería, o las maracas mientras se las pasan en el aire. La desgranada voz de Álvaro se intercambia con la más armónica de Ramiro, que sudando a mares desde los primeros minutos del directo se entrega a la música y al espectáculo.