La travesía consistía en dos vueltas a un circuito de 2.600 metros, con salida del agua tras finalizar la primera vuelta para un avituallamiento que había colocado la organización en la orilla. El recorrido era circular y en algunos puntos había que nadar a contracorriente. Además, estaba señalizado por unos banderines verdes muy poco visibles. En la segunda vuelta además llovió con mucha más intensidad, lo cual unido a las olas y a estas banderas tan pequeñas dificultó mucho la prueba. Destacar la gran organización de la travesía y el nivel que había, ya que participó entre otros el triatleta Eneko Llanos, subcampeón del mundo de Ironman y que finalizó en novena posición.
Después me dirigí ya al lugar de la salida, debido al frío que hacía, solo calenté en seco, ya que como me mojara aun más de lo que estaba me iba a congelar. Me llamó la atención la de nadadores que había y que nadie excepto yo se inmutaba ante el mal tiempo reinante. Dieron la salida y a pesar del gran número de participantes no recibí ni un solo golpe. Me encontré muy bien y pude establecer un fuerte ritmo desde el principio. Me enganché a un grupo de seis nadadores junto a los que hice toda la prueba. Esta primera vuelta no se me hizo muy dura a excepción del último tramo donde hubo que nadar a contracorriente. Cuando la finalicé y salí del agua para el avituallamiento me sorprendió que la gente realizaba este tramo andando y sin prisas, sin duda sabían lo que nos quedaba todavía. Yo como buena novata, me di toda la prisa que pude y cuando me tire al agua me costo arrancar. Mi grupo me alcanzó y ya volví a pillar el ritmo.
En resumen, fue la mejor travesía que he hecho hasta ahora y de la que sin duda me siento muy orgullosa. Esta prueba se va a convertir desde luego en una cita habitual del calendario, por distancia, dureza, nivel y belleza.