Crónica Venecia 2012: "Linhes de Wellington" sin misterios de Lisboa pero con paso firme

Publicado el 04 septiembre 2012 por Fimin

Poco antes de decirnos adiós, Raúl Ruiz se confesaba al transmitirnos su expreso deseo de seguir con vida, al menos, hasta poder rodar uno de sus proyectos más perseguidos y ambiciosos, en el que escenificaría la derrota napoleónica en Portugal. Lamentablemente, al maestro le llegó su hora antes de poder cumplir con su último deseo, sin embargo, y para nuestra inmensa alegría, tan ansiado proyecto no le acompañó en su despedida gracias al eterno amor que le profesa su esposa y viuda, Valeria Sarmiento, quien ha tenido el valor y coraje de hacer hoy realidad su sueño estrenando "Linhes de Wellington" en un marco incomparable, como lo es la Sección Oficial de Venecia.

¿De qué va?

27 de septiembre de 1810, la armada anglo-portuguesa, dirigida por el general Wellington, vence al mariscal Masséna y a sus tropas napoleónicas. A pesar de la victoria, portugueses y británicos se baten en retirada frente a un enemigo en clara superioridad numérica. Su estrategia es atraer a los franceses hasta Torres Vedras, donde Wellington mandó construir líneas difícilmente franqueables que acabaron por erigirse en el sistema de fortificaciones de campo más eficiente de la historia militar con cerca de 80 kilómetros en su conjunto y 152 fortificaciones armadas con 600 piezas de artillería. Torres Vedras significa la última parada en un largo trayecto en el que viajamos junto a los principales protagonistas de la película a través de las diferentes rutas que todos y cada uno de ellos emprenden para llegar a un mismo destino.

¿Quién está detrás?

Produce el fiel e irreductible Paulo Branco, escribe Carlos Saboga (que adaptó "Misterios de Lisboa") y dirige Valeria Sarmiento, viuda de Raúl Ruiz que se dio a conocer con "Mi boda contigo" (Gran premio para nuevos directores en San Sebastián en 1984) y que entre otras, también ha dirigido "Amelia Lópes O'Neill" (Sección oficial en la Berlinale 1991) y "Elle" (Sección Oficial en San Sebastián 1995).

¿Quién sale?

Cuenta con un impresionante reparto entre los que encontramos a John Malkovich en el papel de Wellington o Melvil Poupaud ("Mi Refugio") en el de su antagonista, el Mariscal Massena. Además, entre los principales protagonistas tenemos a los portugueses Nuno Lopes, Clarissa Warren, Miguel Borges o Carlotto Cotta. Y en cuanto a las apariciones estelares rostros ilustres como los de Mathieu Amalric, Marisa Paredes, Michel Piccoli, Catherine Deneuve, Isabelle Huppert, Chiara Mastroianni o Vincent Pérez también tienen su momento de gloria. Nadie ha querido perderse la ocasión de despedirse de Raul Ruiz brindándole su sentido y merecido homenaje.

¿Qué es?

El definitivo y sentido adiós a Raúl Ruiz

¿Qué ofrece?

Mejor, empecemos por lo que no ofrece. El objetivo de "Linhes de Wellington" no es escenificar espectaculares y sangrientas batallas, ni mucho menos, articular un discurso envuelto con acción y muertes por doquier, pese a los sanguinarios mimbres que sustentan su razón de ser. Más bien, todo lo contrario. Lo suyo va por unos derroteros bien diferentes, y éstos no son otros que retratar el dolor de la guerra y una colonización en ciernes, en la piel de multitud de personas que emprenden largas peregrinaciones a través de pueblos en ruinas, bosques arrasados y culturas devastadas. Y ya se sabe, cuando la cosa se pone fea, es hora de dar rienda suelta a nuestros instintos más primarios, y es precisamente en este aspecto, donde Valeria Sarmiento incide de la misma forma que lo hubiera hecho nuestro añorado Raúl Ruiz.

Pero no nos equivoquemos, pese ha emanar indiscutibles parentescos con la obra póstuma (y cumbre) de Raúl Ruiz, "Linhes de Wellington" queda lejos de la insobornable maestría, formidable belleza y deconstructiva narrativa, sobre la que se cimentó "Misterios de Lisboa". El caso es que tampoco lo pretende. Enemigo acérrimo de la lógica narrativa clásica, Ruiz ponía en práctica sus originales ideas sobre la manera de contar historias echando mano de todo su universo personal y simbólico: sueños, mitos chilenos, espejos, secretos, pasadizos o metáforas con los que (des)componía la historia para crear una fábula posmoderna y barroca solo al alcance de un genio como el que él, y solamente él atesoraba. Algo de lo que Valeria Sarmiento es plenamente consciente a la hora de dar vida a "Linhes de Wellington", una propuesta libre de pretensiones, mucho más deudora de la vieja escuela que en su momento marcó el clásico cine de época que de la transgresor y rompedor discurso de "Misterios de Lisboa". Y pese a sus más dos horas y media de duración, "Linhes de Wellington" no trata de imitar ni igualar a Raúl Ruiz, tanto como brindarle el merecidísimo y sentido homenaje que su adiós merece. Un objetivo que cumple, y con creces.