01 de Septiembre del 2013 | etiquetas: Festival de Venecia, Festivales 2013, Crítica
TwittearA contracorriente. Los otros se enredan en secuelas y precuelas, adaptaciones de cómics o videojuegos, él no, él sigue a lo suyo, cimentando una carrera que la gran mayoría de jóvenes promesas acabarán envidiando en pocos años cuando éstos ya no tengan nada que adaptar y James Franco se haya consolidado como una estelar excepción. "Child of God" es una nueva prueba de ello, y encima, bajo el puño y letra de Cormac McCarthy. No es país para necrófilos, pero sí para James Franco.
¿De qué va?
Narra la historia de Lester Ballard (Scott Haze), un hombre primitivo y salvaje que se va a vivir a una cueva en las montañas de Tennessee tras ser desterrado de sus tierras.
¿Quién está detrás?
En Berlín estuvo con "Maladies"como actor e "Interior. Leather. Bar" como co-director. En Cannes compitió en Un Certain Regard con la adaptación de William Faulkner "As I Lie Dying" como director y actor y ahora hace lo propio en sección oficial de Venecia adaptando una obra de Cormac McCarthy, sin olvidar que en Orizzonti produce y coprotagoniza el "Palo Alto" de Gia Coppola. La pregunta es, ¿qué desayuna James Franco?
¿Quién sale?
Scott Haze en un papel instintivo y visceral en el que a pesar de pecar de sobreactuación, esta genial en un papel digno del añorado Michael Rooker. Repite Tim Blake Nelson ("As I Lie Dying") y como no, aparece James Franco.
¿Qué es?
No puedo evitarlo, se me va la olla. "Lars y una chica de verdad" + "La vida de Pi" bajo el salvaje, primitivo y en definitiva, necrófilo filtro de Cormac McCarhty. Cuando la vean, lo entenderán.
¿Qué ofrece?
Una obra mucho mas accesible, no por ello menos bestia, ruda y violenta, que su anterior "As I Lie Dying". James Franco elige la mejor opción posible para adaptar a uno de los principales totems de la literatura norteamericana actual, y esta no es otra que la literal. "Child of God" navega con pulso firme a través de la novela corta del director de "No es país para viejos", manteniéndose fiel tanto en los diálogos como en la voz en off, y sin despistar en ningún momento a través de un sólido dispositivo formal que no arriesga pero tampoco falla. Escabrosa, malsana, voraz y ferozmente primitiva, justamente como exige la obra de MacCarthy. Una propuesta leal, pero valiente y atrevida, no apta para estómagos débiles, que bien merece su comedido protagonismo en esta Mostra. Bien por Franco.
Nota: 6.5 / 10