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Crónica Venecia 2013: "Stray Dogs" abducidos por el Tsai Ming-liang más puro y duro

Publicado el 05 septiembre 2013 por Fimin

05 de Septiembre del 2013 | etiquetas: Festival de Venecia, Festivales 2013, Crítica

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Presentado por el director de la Mostra, Alberto Barberá, como su film más completo, aquel que promete reunir todas las señas de identidad enmarcadas a lo largo de su cautivadora obra, "Stray Dogs" significa una sacudida en toda regla para todos mis sentidos. Una de las grandes cimas de la prodigiosa obra de Tsai Ming-liang, un auténtico hito del cine contemporáneo que lo encumbra como otro gran favorito a llevarse el León de Oro.

¿De qué va?

Un padre y sus dos hijos sobreviven como pueden en los márgenes de la Taipei moderna tras ser abandonados por la madre.

¿Quién está detrás?

Vuelve a escena el aclamado y controvertido director de "El Sabor de la Sandía" y "Good Bye Dragon Inn". "Stray Dogs" nos lleva a Tsai Ming-liang cuatro años después de su última obra, casi maestra, "Visage". Un homenaje abierto y sentido a François Truffaut que lograba mantener las señas de identidad de su inconfundible mirada en una hipnótica reliquia cinéfila que celebraba, y a lo grande, cincuenta años de nouvelle vague. El León de Oro logrado con "Vive l'amour" en 1994 es el único obstáculo que separa a "Stray Dogs" de repetir logro.

¿Quién sale?

Tras dirigir a Jean-Pierre Leaud en "Faces", Tsai Ming-liang vuelve a contar con su actor fetiche. Lee Kang-sheen presenta su firme candidatura a Mejor Actor de la Mostra a través de una interpretación portentosamente visceral y eminentemente gestual. Las tres mujeres que le acompañan son también habituales en la obra de Tsai.  Lu Yi-Ching ("El Sabor de la Sandía"), Chen Shiang-Chyi, ("Goodbye Dragon Inn") yLee Yi-chieh ("I don't want to sleep alone")

¿Qué es?

El Tsai Ming Liang más puro y duro

¿Qué ofrece?

Es, con permiso de "The Police Officer's Wife" y "Under the Skin", la otra gran favorita a llevarse el León de Oro. Una obra mayúscula, brutalmente descomunal, un implacable tour de force en todas sus vertientes que significa un retorno en toda regla al cine más puro y duro de un indiscutible visionario. "Stray Dogs" es una película tan cruda y desgarradora como tierna y conmovedora, proyectada bajo una puesta en escena contundentemente hermosa pero sutilmente descarnada, que no admite un ápice del románticismo que si encontramos en la última etapa del cine del director de "Goodbye Dragon Inn". Es el caso de "El sabor de la sandía", "I don't want t sleep alone" o incluso "Visage", aunque no el de "Stray Dogs", una dolorosa mirada que supone un giro de 180 grados en su obra, cuyo destino no es otro que devolver a Tsai Ming-liang a los orígenes de su insobornable cine. Una historia profundamente íntima que sirve para retratarnos una sociedad completamente alienada, prácticamente apocalíptica, en el que todo posible rastro de compasión o sensibilidad humana a sido devorado por el desproporcionado consumo y arrollador capitalismo que la fustiga. Un entorno devastadoramente agresivo que sacude sin piedad alguna a un padre y sus dos hijos.

En este asolador contexto, la única posible escapatoria es la naturaleza, aquella que tanto ha brillado por su ausencia en el paisaje urbano que pobla su obra completa. El río, la lluvia y en definitiva, el agua que de forma tan magnética y sugerente simboliza el inexorable paso del tiempo en todas sus películas, vuelve a tener una presencia constante como única vía posible de escapatoria. Los bosques y los ríos son quienes marcan la frontera de salvación respecto a la cruda realidad con la que sacude la ciudad a sus protagonistas. Pero que nadie se equivoque, la ausencia de romanticismo no significa que no haya lugar para el afecto y el sentimiento. Mientras los adultos permanecen innertes, completamente vapulados y aturdidos ante el desolador panorama que les envuelve, si que proyectan su incondicional amor hacia unos niños que preservan esa mirada despreocupada, alegre e inocente, que les lleva a percibir con ojos bien diferentes un catastrófico mundo que constantemente les sacude.

Y todo ello envuelto en una factura formal absolutamente poderosa, articulada a través de dilatados planos secuencia que suspenden el film en un aura cautivadoramente hipnótica y emocionalmente arrebatadora. Planos extraordinariamente bellos que se me antojan tan crudos y demoledores como insólitos y fascinantes, cuyas únicas referencias solo pueden responder a dos nombres. El de Christopher Doyle al servicio de Wong Kar wai en "Deseando Amar" y "Happy together" o por supuesto, el Tsai Ming-liang de "I don't want to sleep alone" o "The River". Una inconfundible pronta esteta que le permite desplegar todo tipo de licencias poéticas y sensoriales solo al alcance de un genio que ha vuelto a crear otra deslumbrante genialidad. Una de las grandes cimas de su prodigiosa obra así como un auténtico hito del cine contemporáneo. Abducido, así sigo.

Nota: 9.5 / 10 


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Por  Robert Othmar Vettiger Aliaga
publicado el 20 septiembre a las 23:18

No se puede esperar menos de este gran director. La visión de la vida como algo que destilar desde la sociedad, en donde casi siempre se ve perdida, abrumada, vencida, por los sistemas que nos deshumanizan, es una de sus formas de enfrentar las artes visuales. Y cuanto se le agradece.