NOTA: Esta entrada es continuación de la segunda parte de las Crónicas Begameras, que podéis encontrar aquí.
Cuando ambos cruzaron el punto de no retorno Manu comenzó a angustiarse todavía más. Le daba la sensación que a partir de ahora ya no sería capaz de poder volver a casa por el bosque: si no fuera por sus linternas, no podrían ver absolutamente nada, ya que era noche de luna nueva y. aun encima, el cielo estaba totalmente encapotado. Seguía a Bea como podía, ya que llevaba un ritmo endiablado, espoleada por las ansias de descubrir qué misterio ocultaba esta historia. A su alrededor, lo único que podían ver eran unos árboles fantasmagóricos a causa de las linternas, toneladas y toneladas de nieve y la oscuridad más negra que Manu había visto en su vida. Apuró el ritmo y se pegó a Bea todo lo que pudo, consciente de que si la perdía de vista, jamás podría salir de aquel bosque...
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