Para los amantes de la historia del siglo XX Berlín es una especie de Disneylandia. De toda Alemania es la ciudad que más patrimonio atesora del período de entreguerras y de todo aquello relacionado con el nazismo y con esas cuatro décadas en las que ofició de princesa del soviet. Pero lo cierto es que si bien hay muchos museos que exhiben las muestras del pasado comunista (el de Checkpoint Charly, el del Muro en Prenzlauer o el moderno Berlin Museum Historiale) si se quiere un acercamiento con el modo en que se vivió el comunismo por aquellos años, la mejor opción es el Museo de la DDR, ubicado frente al Dom y en una de las zonas donde la historia no sólo se evoca sino que, también, se vivencia.
Fiel a las tendencias museológicas actuales el Museo de la DDR de Berlín propone un encuentro con la historia pero dándole al espectador la posibilidad de relacionarse con el patrimonio de aquellos años de un modo interactivo y no como mero espectador de las piezas, tal como sucede en los museos tradicionales creados en el siglo XIX y en los cuales aún se manifiesta el modo anticuarista que por entonces produjo sus fundaciones.
Así es como teniendo en cuenta esa forma novedosa de mostrar la historia el museo muestra en las salas que lo conforman una serie de objetos de diferentes tipologías - aunque todos relacionados con el objetivo de poder reconstruir el modo de vida de los duros años de la DDR- y video-instalaciones que permiten revivir, aunque sea de modo imaginario, algunas de las prácticas que se llevaban a cabo como forma de control tales como interrogatorios, encierros en pequeñas celdas de castigo así como la exhibición de unos audiovisuales donde se experimentan desde la caída de una bomba en un campo hasta los programas para niños que se emitían en simultáneo en todos los países del este europeo que formaban parte del bloque comunista.
En este fotorreportaje los invito a recorrer en imágenes el Museo de la DDR, quizás uno de los mejores espacios de Berlín para reconstruir el período más negro de la historia reciente del país, que tantas víctimas produjo y que, aun hoy, persiste en la mentalidad de los berlineses tal cual como reza la frase que repiten a diario: "El muro cayó como construcción pero aún no de nuestras cabezas".
Sobre la entrada principal el museo exhibe una selección de la cobertura que hiciera la prensa mundial de la caída del muro el 9/11/89. De esa forma, a través de las tapas de Der Spiegel, Die Fokus o Time y el material fotográfico que acompaña se obtiene interesante información sobre todo para aquellos que no cuentan con el conocimiento histórico de los hechos que desembocaron en la caída del comunismo.
Ocupando una sala completa, el viejo Trabant de la época invita a subirse y experimentar el austero comfort y el sencillo diseño de aquellos años. Una grabación de una emisión radial de la época resuena en el interior dando la sensación de paseo por las calles de la ciudad.
Para optimizar espacios (dado que el museo cuenta con mucho patrimonio pero el espacio es pequeño) se instalaron una especie de armarios con puertas temáticas que al abrirlas exhiben algún objeto y la explicación para contextualizarlo temporalmente. En este caso se trata de una máscara de oxígeno que utilizaban los soldados rusos para controlar las zonas acuáticas esparcidas en el territorio comunista.
Reconstrucción de una celda destinada a la detención de presos políticos (generalmente acusados de espionaje). Estas habitaciones eran espacios transitorios ya que de allí eran llevados a las salas de interrogatorio con el posterior desenlace que podía ser la muerte o la confinación o deportación a cárceles comunes.
Los hábitos de consumo de los alemanes orientales se vieron afectados al no compartir las leyes del mercado capitalista. Casi nulas eran las marcas que formaban parte de la oferta de artículos y las que se encontraban -como es el caso de Knorr- se conseguían mediante prácticas de contrabando.
Jabón de producción alemana pero hecho bajo exclusivas normas de fabricación soviéticas
La moda, totalmente diferente a la de los cánones estéticos y de consumo de la Alemania occidental tenía sus propias publicidades y era fabricada y distribuída dentro del mismo bloque comunista.
Publicidad de moda femenina
Uno de los espacios que más conmueve y dan la posibilidad de estar viviendo aunque sea por unos segundos como en aquellos años es este living armado exactamente igual a como se encontraba en el departamento en que se encontraba instalado. Con muebles, un televisor que exhibe programación de la época (dando sensación de estar viéndolo en vivo y en directo) y una decoración acorde es el favorito de los asistentes.
En la casa comunista hay todo tipo de objetos de la época
Mobiliario
Reconstrucción de la cocina
Reconstrucción del baño
Una de las salas está dedicada a los objetos que formaban parte de la vida de los jóvenes de aquellos años. La revista Sputnik era un semanario dedicado al público joven y difundía las actividades culturales y sociales desde un lenguaje acorde para adolescentes. La publicación debía pasar el control previo del partido y durante años fue un importante órgano difusor de propaganda, oculta bajo la forma de magazine cultural.
Las noticias de las tendencias culturales al otro lado del muro llegaban inevitablemente y hacían que los jóvenes hicieran de ellas una meta a alcanzar. Aquí se ve cómo con los elementos que les proveía el partido los adaptaban al propio gusto que, como es de entender, siempre apuntaba a aquello que se prohibía o estaba vedado por cuestiones ideológicas.
Discos y objetos de adolescentes berlineses
En la época del muro ser encontrado con pelo largo o con algún disco de los Rolling Stones o Los Beatles era suficiente para ser considerado espía o conspirador del régimen. Estos mechones de pelo, el disco roto y las esposas fueron encontrados luego de caído el muro en unas celdas ubicadas cerca de la zona de Alexanderplatz .
Objetos de adolescentes
Una sección destinada a exhibir juguetes deja al descubierto el aspecto lúdico de la infancia en tiempos del comunismo.
Vestido de una quinceañera usado en su fiesta de cumpleaños.
Las instalaciones audiovisuales abundan en el museo y permiten un acercamiento sensorial a los hechos que describen.
La fotografía fue una de las manifestaciones artísticas mas utilizadas por la población de Berlín oriental. El museo recogió una importante cantidad de material fotográfico el cual se alza como un registro documental sin precedentes. Vean algunas muestras:
Esta fotografía ilustra las puertas de un armario que cuando se abren, exhiben discursos de diferentes líderes del partido desde la implementación del régimen hasta la caída del muro.
Reuniones de jóvenes en las calles de Berlín
Las navidades en tiempos del Soviet
Ya entrados los años 80 las tendencias de extramuro comenzaron a imponerse y, de algún modo, vaticinaban el inminente cambio producido en noviembre de 1989.
Desde mediados del siglo XX la sociedad alemana no tuvo inhibiciones en practicar el nudismo. En estas maquetas se reconstruye uno de los aspectos más contradictorios de la época ya que los habitantes del bloque oriental tenían la libertad de exhibir sus cuerpos en las playas berlinesas pero no para abandonar el régimen por voluntad propia.
DDR MUZEUM
Dirección:
Karl-Liebknecht-Straße, 1
Horarios:
Todos los días de 10:00 a 20:00 horas (Sábado hasta las 22:00 horas).
Precios:
Adultos: 7€
Estudiantes: 4€.
Berlín Welcome Card: 4€.
Cómo llegar:
Tren: Hackescher Markt, líneas S5, S7, S9 y S75.
Autobús: Haltestelle Spandauer Straße, líneas 100, 200, 248 y M48.
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