- Joe Bageant -
Los políticos lo comprenden muy bien, pese a que el sector antiarmas de la sociedad no hace el menor esfuerzo por enterarse de la cuestión. En Estados Unidos la gente que tiene armas es casi el doble de la que acude a votar: 41 millones de votantes contra 70 millones de propietarios de armas de fuego.
Informe del National Institute of Justice USA:
Los ciudadanos usan armas de fuego para defenderse de los delincuentes hasta 2,5 millones de veces al año - o cerca de 6.850 veces al día - . Cada año los ciudadanos usan las armas de fuego sesenta veces más para proteger sus propias vidas que para quitarles la vida a otros.
La mayoría de estos ciudadanos se defienden ya sea empuñando un arma o realizando un disparo de advertencia. Cada año los ciudadanos disparan y matan por lo menos el doble de delincuentes que la policía (1.527 frente a 606).
Solo en el 2% de los tiroteos se ve involucrada una persona inocente erróneamente identificada como un criminal.
En contraste, el índice de error de los oficiales de policía es de un 11%.
Lincoln ya predijo que la industria militar sería el resultado más espantoso de la guerra civil. Ciento cuarenta años más tarde, dicha industria se ha dado un festín y ha engordado gracias a las numerosas guerras, acciones, bombardeos y operaciones militares en los que han intervenido los americanos.
Durante este tiempo ha amasado una fortuna que le alcanza para COMPRAR, LITERALMENTE, AL GOBIERNO, controlar sistemáticamente los procesos políticos desde dentro y eliminar los restos del liberalismo yanqui más bobo e indulgente.
El brutal modo en que los trabajadores mas laboriosos de América fueron históricamente forzados a interiorizar los valores de los gángster capitalistas es algo que a la izquierda se le escapa, y salvo contadas excepciones la izquierda tampoco entiende nada acerca de como este sistema político y económico a machacado a golpe de martillo hasta la humanidad misma de los trabajadores corrientes.
Gran parte de la lucha por recuperar el espíritu de América consiste en sanar las almas de estos americanos y hacer que despierten de esa superabundancia de artículos de consumo y espectáculos que los idiotiza.
Ese es el holograma americano. El espejismo dentro del cual vivimos, la ilusión que nos mantiene unidos y que hace que nos parezcamos como clones, aunque se insista en que cada uno de nosotros es único.
Y esa es la realidad que tenemos, mientras nos quedamos de brazos cruzados y vemos como a nuestros ciudadanos les extirpan la humanidad a golpes, dejando que los exploten y los cultiven como si fueran cosecha humana con fines de lucro.
En fin, basta ya de reflexiones de borracho. Falta una hora para que cierren, y si hay una norma de cortesía que acato en esta vida es la de nunca ser el último parroquiano que abandona el bar. Solo he tardado cuarenta años en aprenderlo.