Crónicas del Campo Santo, Crónica Nº 28.

Por Daniel Paniagua Díez

Crónicas del Campo Santo Nº 28


Seguimos de mal humor pero la primavera avanza impecable, y me voy a poner como Jotonva de pura inactividad.

Son necesarios cambios pero muchos de nosotros lo fiamos todo a la ciencia y la tecnología, como si no hubiera otras maneras de afrontar los problemas. Les pondré un ejemplo: yo viví el cambio de las cocinas económicas de leña y carbón a las de bombona de butano, de estás a las de gas natural y por último a las de vitrocerámica. (Cocinas y ¡no te quemas!)

Dando palique estamos en los bares y pegando la hebra con las chicas festivas que celebran despedida de soltera; todavía hay quien quiere volver a lo de antes y la humanidad actual tiene cuerda para rato. Aunque caigan chuzos de punta la raza seguirá mejorando, pero soy muy excéptico con la ciencia y tecnología actuales. A ver qué inventan, mientras no sea volver al carbón... ¿lograrán superar lo de los picotazos?

Sustituir personas por máquinas y seguir engrosando las filas del paro no me parece buena idea. Un ejemplo: ¿alguien recuerda lo que eran los bancos? Las oficinas del centro de la ciudad una mañana como esta de hoy. Para buscar un cajero automático ahora hay que recorrer kilómetros, ¡y que funcione! ¿A dónde nos conduce este camino?

Hay apetito, mucho apetito incluso entre gente joven, No escribo hambre pues esto es España y salvo que se hagan ayunos voluntarios nadie tiene por qué pasar hambre, ¡pero apetito! La paga solo alcanza para lo justo, cotizando de mes en mes hacia una honrosa jubilación, y eso es lo que tenemos.

A mi modo de ver los británicos hicieron una locura al colocarse, a propósito, fuera de juego. Las consecuencias comienzan a ser visibles y se agudizarán con el paso de los meses. No siempre los pueblos toman las decisiones mas adecuadas para enfrentar los eventos, desafios.

El discurso oficial, la corriente principal, no cesa con su machacona matraca sobre las virtudes de los pinchazos, que no se ven por lugar alguno, y que la culpa de la misteriosa enfermedad XIX la tienen... los murciélagos. Mis amiguitos.

Las noticias de esta guerra bacteriológica no pueden ser peores, ahora el susto lo están dando en La India, y ninguno de los países implicados está por la labor de cerrar sus infames laboratorios, ¿de investigación? Que los cierren para siempre sería lo más lógico pero, claro, con la cantidad de dinero que "invirtieron" en conseguir la miserable XIX ¡como para dejarlo ahora!

Rogemos al Señor para que no suelten la ¿VIVIVI?, buscando recuperar activos y retornar beneficios.


Daniel Paniagua Díez