Crónicas del Campo Santo Nº 33

Por Daniel Paniagua Díez

Crónicas del Campo Santo Nº 33

Dos corren por tres calles, y como buenos españoles, cumplidores, no salimos de esta. Llegan gentes de otros lares y se lo pasan todo por... el forro; la ley no es igual para todos.

Como escribí hace semanas: hasta San Juan de "olita" nos tendrán, a no ser que los que vienen de fuera vengan además infectados. Sigo recomendando que se acostumbren a tomar yogures naturales, no azucarados, a ser posible artesanos (que sepa usted dónde pastan esas vacas y ovejas) Y si puede conseguir un kéfir de garantías también le vendrá bien.

Me encuentro casi cada día a conocidos con los ojos extraños, en la zona del rabillo se les nota un color rojo sangre. Me comentan que tienen pesadillas, algunas noches apenas pueden dormir. Lo siento, pinchitos, no es mucho lo que yo pueda hacer por vosotros.

Llevarse bien y procurar seguir haciendo la vida de siempre: salir a tomar el sol y tomar algún chato por el barrio, cosas de esas.

Para mayor fechoría al otro lado del Mare Nostrum la están liando parda; hace semanas montaron el pollo con que ya encontraron ¡al fin! a su "mesías"; el típico payo pardal con sombrerito negro y todo eso. ¿Alguna idea genial del "elegido"?

Tirar abajo la basílica de La Roca y en la explanada hacer El Templo 3.0

Y claro los musulmanes, al enterarse, han montado en cólera. Resumiendo: hay muerte bajo los fuegos artificiales. Y miedo, miedo a paladas, miedo como para recoger con excavadoras. Demasiado miedo en el ambiente, eso nunca fue bueno.

Por estos lares, más pacíficos, le estamos dando vueltas al tema de mejorar la protección de ríos y lagos; tal vez crear nuevas Reservas Marítimas. En el Mar Cantábrico no hay una siquiera, en el Cabo de Peñas se podría hacer una.

Busca Tu Camino, y piensa por tí mismo.


Daniel Paniagua Díez