Crónicas del campo santo Nº 7. Esperando una nueva ola.

Por Daniel Paniagua Díez
Cada mañana marcho a trabajar en bicicleta y me cruzo con todo tipo de personas embozadas, ¡a las 06.30 horas! Personas que como yo van a trabajar, están paseando al perro o han madrugado para hacer deporte, van con mascarilla por las calles vacías. No se les ha ido el miedo del cuerpo, supongo yo. Pero qué ocurre horas después, cuando se pasa el medio día.

Todos embozados y los espacios públicos ocupados por negocios privados.


La industria y la hostelería se resienten tras el largo confinamiento y la escasez de turismo foráneo.


La gente sigue adquiriendo productos fabricados en lejanos países a través de empresas multinacionales, en vez de productos nacionales y en los comercios de su barrio o ciudad. Impasible el ademán, como si no hubiera pasado nada, se están cavando su propia tumba económica. Llegará diciembre y se lamentarán. Es lo que hay.Daniel Paniagua Díez