Todos embozados y los espacios públicos ocupados por negocios privados.
La industria y la hostelería se resienten tras el largo confinamiento y la escasez de turismo foráneo.
La gente sigue adquiriendo productos fabricados en lejanos países a través de empresas multinacionales, en vez de productos nacionales y en los comercios de su barrio o ciudad. Impasible el ademán, como si no hubiera pasado nada, se están cavando su propia tumba económica. Llegará diciembre y se lamentarán. Es lo que hay.Daniel Paniagua Díez