Crónicas Marcianas: la vida eterna

Publicado el 09 julio 2015 por Alberto Garcia @ensurincon

Destino final


Nosotros somos amortales. Es decir, podemos morir por un accidente pero biológicamente somos inmortales. Hemos conseguido un primer paso, pero nos falta ser inmortales, algo así como que nos vuelen la cabeza y automáticamente nos salga una nueva y totalmente operativa. El tercer y último paso sería convertir la materia de nuestro cuerpo en pura energía, no estar sujetos a limitaciones materiales. En este caso ya podríamos hablar de una “vida eterna” plena.
En este proceso tan tedioso estamos y llevamos ya millones de años. Algunos de los nuestros se han suicidado de puro aburrimiento. Se han suicidado antes de que consigamos ser inmortales… luego no hay manera.


Los terráqueos son mortales, a secas, cualquier accidente o enfermedad se les lleva por delante. Para solucionar el problema sus sacerdotes, chamanes, brujos o similares inventaron la “vida eterna”, como continuación a una “vida finita”… además de breve. Una vida finita marcada de sinsabores, con más penas que alegrías.
Pero conseguir una “vida eterna”, feliz y plena, tampoco es sencillo. No es morirte y ya está, para nada. Según sus actos y comportamientos, pueden disfrutar de la vida eterna en el Paraíso o en el Infierno. Como acojona pasar la vida eterna en el Infierno (un lugar peor que Marte y donde se practica la tortura), la mayoría intenta ser bueno y seguir los dictados de su religión para conseguirlo.
Visto así, la Tierra tendría que ser un lugar tranquilo, lleno de personas buenas, poco apegadas a los bienes materiales, esperando el transito a la eternidad. Nuevo error, debe de haber un montón de descreídos, ya que un gran porcentaje se comportan como les da la gana: matan, roban, mienten y copulan.
Imaginar la vida eterna es complicado, describir el Paraíso más. Pero los humanos son muy creativos. Es tan fácil como multiplicar por 100 los goces terrenales y reducir a 0 las penas: así se encontrarían viviendo en un jardín bucólico, sostenible y autocuidado. Con abundante comida y mansos animales. Del trabajo ni hablar, las enfermedades olvidadas y el sufrimiento desterrado. Poblado de bellas mujeres y apuestos hombres que se darían al fornicio por placer, sin pecado y sin embarazos.
Por este “Paraíso” prometido algunos son capaces de cualquier cosa, aun a riesgo de su propia vida… total como vas a mejor, que importa morir. Otros soportan estoicamente pobreza, miseria y humillaciones… total como vas a mejor, es cuestión de paciencia. Los “listillos” de siempre pasan y prefieren disfrutar “aquí” en vez de “allí”… total como nadie ha vuelto para contarlo, es cuestión de pasarlo bien en la Tierra.
Nuestro planeta es excesivamente caluroso, seco y pedregoso, sin rastro de vida animal o vegetal. Los marcianos y marcianas somos verdes, feos y carecemos de sexo. Una suerte para nosotros, estos humanos serían capaces de decir que Marte era el Paraíso prometido. Venir y conquistarlo.


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