Pero realmente la protagonista es esa madre que esta tarde en la piscina se afanaba por colocar bien la toalla a su hija discapacitada psíquica y paralítica. Como si fuera de cristal, la sentaba con mimo en su silla de ruedas, sujetaba su mano, se ponía al sol en el mismísimo centro de la piscina, mostrando sin vergüenza a su hija más débil. Sus otros dos hijos, de la edad de Niña Pequeña, jugueteaban con manguitos en la zona infantil, chapoteando a menos de medio metro de profundidad. Coloca la madre de nuevo la cabeza recién caída de la otra, busca una pequeña sombra para su rostro, se deja ver sin miedo.
- Mamá, esa niña está malita -dice Niña Pequeña.
- Sí, le pasa lo mismo que a los niños con los que trabaja papá, ya te lo hemos contado -respondo tranquilamente, mientras Él afirma serenamente con la cabeza.
Y yo, que me creo fuerte, doy gracias a Dios cada minuto...