Día 20 de confinamiento Covid-19
Me preparo el desayuno pensando en el fracaso de cosas como la inteligencia artificial, el análisis masivo de la información, el uso que se esperaba que podíamos hacer ello y la extraordinaria capacidad de proveernos de un mundo mejor. Apurando el café me queda la sensación de un vacío que no entiendo, como si en realidad no nos hubiera ayudado mucho.
El mundo al que volvemos, si es que alguna vez se fue o sólo nos lo ocultaban, está en manos de las personas. Pero hay de todo.
Me da la sensación, que es de lo que casi todo va estos días, de sensaciones, por que la realidad es de una contundencia aplastante, que hay un exceso de convencimiento de que todo cambiará, de que esto no puede volver a ser lo que era, de que no podemos permitir que los modelos sociales que conocemos vuelvan paulatinamente a incorporare a nuestro dia a día una vez regresemos.
La realidad de hoy no es un videojuego de esos que atrapa hasta quitarte el alma, la solución no está en pasar pantallas, sino en reescribir su final.
Nuestro mundo ya era complicado, pero ahora adquiere un extra de complejidad y la gestión que se haga de ella está en manos de los que están por venir.
Todo esto ha salido de dos reuniones a lo largo del día de hoy en la que he visto personas que hablan, cada uno, cada una, desde una perspectiva nueva, la de la incerteza y la esperanza. Como corolario una reflexión socrática: "Hay mucho que aprender y mejorar. Toca ser sabios y reconocer nuestra ignorancia".