Día 18 de confinamiento Covid-19
Bienvenidos a otro mundo.
Lo que más me ha llamado la atención no es el artículo en sí, por cierto, bastante similar a otros muchos que estos días circulan, sino que era la persona que lo ha publicado, quien se definía como "Evangelista probiótico". Me ha llamado la atención ya que esta persona estaba entre mis contactos aceptados y me he dado un susto considerable. Primero por tener alguien de esa guisa y yo sin saberlo, y segundo porque me he dado cuenta de que casi la mitad de los contactos que tengo no sé quién coño son.
He indagado, es decir he echado un ojo a su perfil, para ver de qué iba este evangelizador, no fuera que sin saberlo yo ya estuviera siendo evangelizado por no sé qué cosa. Uf, una vez pasado el susto, en realidad es un experto en el ámbito del uso de los probióticos, de ahí su faceta evangelizadora, he reflexionado sobre lo poco que conocemos a la gente que nos rodea, más allá del entorno que controlamos de una forma, digamos, carnal.
Me ha producido una considerable sensación de tristeza darme cuenta que una parte de la relación que mantenemos, y que se pone de manifiesto en estos "tiempos del virus", es ficticia y con desconocidos. No nos aporta absolutamente nada.
Unas colegas, con las que la relación es próxima y humana, me citaban ayer a Viktor Frankl, especialmente por su capacidad de determinar la importancia de encontrar significado en todas las formas de existencia, la suya fue una experiencia realmente traumática, y aun así seguir encontrando una razón para seguir viviendo.
Sus citas son célebres, se pueden encontrar fácilmente tan sólo con poner su nombre en cualquier buscador, me ha gustado una: "Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos".
Creo que muchos de nosotros estamos pensando lo mismo. Bienvenidos, de nuevo, a otro mundo.