Día 22 de confinamiento Covid-19
Con un profundo conocimiento acerca de las virtudes del número 22 dice, esta extraordinaria fuente de sabiduría de artes adivinatorias, que el número 22 es el símbolo de las grandes ambiciones, del genio visionario y de los grandes logros, ¡ahí es ná!
Que es, posiblemente, el más poderoso de todos los números. ¡Toma, toma y toma! Y yo sin saberlo. Rápidamente me pongo a investigar sobre todo aquello que este número, tal soberbio, tiene en mi arquetípico mundo.
¡Ojo! Abstenerse personas sensibles, ya que la teosofía que hay tras este magnánimo número puede causar daños irreparables en mentes no preparadas para la capacidad de pensar.
Para quién no lo sepa, el veintidós (22) es un número natural que sigue al veintiuno y precede al veintitrés.
22 veces he mirado las mismas gráficas esperando que de una puñetera vez la curva se aplanase.
22 son los pasos que hay en mi casa, entre un enchufe y otro, para mantener los dispositivos electrónicos por encima del 22%.
22 son las veces que he soñado que salía de casa para hacer cosas que no fueran las que todos hacemos.
22 son las vueltas que doy cada día a la terraza buscando algo que no encuentro.
22 es el número atómico del titanio (Ti), uno de los materiales más resistentes y duros que conocemos. No me veo vestido con un traje de titanio, no.
22 son los jugadores que se requieren, oficialmente y sin expulsados, para un partido de futbol ¿os acordáis de lo que era eso?
22 son los segundos (ejem, a lo mejor han sido minutos) que hemos tardado en conectarnos, a través de diversos cachibaches, la familia para darnos un abrazo. Ha sido verdaderamente conmovedor y emocionante, y un puntito caótico, pero es que son cosas que pasan cuando hay tantas, tantas, ganas de quererse. Tres países y ocho localidades ¡Bendita tecnología!
22 son los días que llevamos confinados y yo no sé si me va a dar algo.
Y con once (11) sentencias acabamos este post, que es la mitad de veintidós (22).