Día 37 de confinamiento Covid-19
A mí me ha pasado hoy. Desde primera hora de la mañana. Desperté desganado y con una somnolencia propia de las noches densas y oscuras. Dicen los expertos que es normal, que es habitual que nos pase de vez en cuando.
El desayuno atolondrado y rápido, cuando ya he dicho que me gusta alargarlo un poquito, defendiendo en cierta forma mi propia manera de rebelarme al status. Pues no, acabé con el café a medio tomar trasteando en el ordenador incluso antes de sumergirme, formalmente, en las tareas que tenía previstas. Dicen los expertos que es normal, que es habitual que nos pase de vez en cuando.
En una hora y media gloriosa, con ayuda de un tercer café, he sido capaz de sacar adelante un par de cosas que eran importantes y de las que dependían otras personas. Lo he hecho, pero no les diré lo que me ha costado, que no quiero que crean que estoy bajando la guardia. Dicen los expertos que es normal, que es habitual que nos pase de vez en cuando.
He comido rápido, para lo que es habitual estos días. Hoy estaba todo preparado y con calentarlo era suficiente. Pero no he aprovechado los miserables quince minutos que he tardado en todo el proceso. No es que necesitase más, es que era evidente que mi cerebro sí que lo necesitaba. Dicen los expertos que es normal, que es habitual que nos pase de vez en cuando.
Así que me he vuelto a encontrar frente al ordenador intentando finalizar las dos tareas que, aunque debería haber acabado durante la mañana, no había sido capaz. He necesitado un segundo sobreesfuerzo de concentración. Dicen los expertos que es normal, que es habitual que nos pase de vez en cuando.
Ha sido unos de los días menos productivos que he tenido y tengo una sensación de fatiga crónica exagerada. Dicen los expertos que es normal, que es habitual que nos pase de vez en cuando.
Igual hoy es el principio de mi obsolescencia. Dicen los expertos... ¡Joder, con los expertos!"No pares, sigue, sigue..."