Crónicas mundanas del COVID-19 (D9)

Por Cristóbal Aguilera @CAguilera2
Esta noche ha llovido como si no hubiera un mañana. ¿Una mano que nos echa la Naturaleza para limpiar nuestras conciencias? No, es un efecto climático asociado al hecho que nos encontramos al inicio de la primavera. Tampoco hay que volverse locos.
Día 9 de confinamiento Covid-19
Las relaciones humanas están cambiando. Creo que es evidente. Todo importa, hasta los pequeños detalles que antes eran insignificantes y que los ignorábamos con indicios de autosuficiencia.
Hemos puesto en marcha un nuevo modelo de entender el trabajo. Creo que me voy a permitir el lujo de definirlo como transhumanismo emocional, aunque efectivamente esté basado en el uso de la tecnología. Este nuevo modelo incluye llamadas de colegas y a colegas del trabajo de los que queremos saber, de los que quieren saber de nosotros. Son de verdad, no hay falsedad, no veo otra cosa que necesidad.
Creo que este modelo transhumano no será consecuencia de la ingeniería genética, no de la eugenesia aplicada a las leyes biológicas, no tendrá que ver con la nanotecnología y la capacidad de expandir nuestro cerebro mediante el uso de dispositivos. Quiero creer que será consecuencia de la redefinición de la condición esencial que nos hace humanos, la necesidad de comunicarnos, de ser escuchados, de interactuar y compartir nuestros sentimientos mediante el habla, o la escritura, como es mi caso.
Queremos saber cómo se encuentran, qué tal llevan la situación y lo que es más importante si pueden, si podemos, hacer algo por ayudarnos. No hace falta mucho tiempo, las conversaciones no duran más de cinco minutos, pero son de una intensidad tremenda. Un minuto es suficiente para ver el estado emocional. ¡Venga, ánimo! suele ser una frase habitual dentro de ese minuto.
Los otros tres o cuatro versan sobre las actividades laborales y cómo las desarrollamos. Lo cierto es que después de estas breves conversaciones de café, como esas que forman parte de la  intrínseca relación laboral, te sientes mejor.
Oigo de fondo, suave y sin estridencias, una música. Es bachata, creo. No es de mis favoritas. A mi vecina de enfrente le encanta. Habitualmente estridente, hoy  suena tan suave y moderada que hasta la sigo con interés, dejándome llevar durante varios segundos. Menos mal que ha sido contraprogramado por la iniciativa de La Ràpita haciendo sonar "Amparito Roca" desde la FM local.
Sigue lloviendo como si el mundo fuera a acabarse. Pero no, esto no sucederá, es que es primavera.
Finalmente unos rayitos de sol, como no se habían visto en años, nos iluminan.