Entra el Acaparador, el monopolizador de periódicos del bar de abajo. Hacía tiempo que no le veía por aquí. Lleva bajo el chaquetón el polo negro de siempre y para mí que está un poco más calvo. Se sienta en el taburete y mira con ansia alrededor. Olisquea. Ventea. Arruga su nariz porcina. Localiza el Estadio Deportivo y el suplemento religioso del ABC, Alfa y Omega. En el bar, a esa hora de la mañana, hay un enorme escándalo. El Acaparador se pone a leer el periódico de deportes y disimuladamente apoya un codo sobre el otro. El tío se lee lo que le echen con tal de aislarse del follón. Marisa le pone el café, un zumo de naranja y media tostada. El Acaparador le echa aceite por encima sin separar las gafas del periódico. También le pone un poco de azúcar al zumo y mueve la cucharilla sin dejar de apoyar el codo sobre el suplemento.
Hoy me dan igual sus fullerías porque me he hecho con El País y debajo del expositor de patatas fritas y gusanitos veo escondido el Marca. De pronto entra en el bar un tío que trabaja en una oficina de al lado. Un tío parlanchín, de risa continua, insoportable. Consigue abrirse un hueco en la barra y saluda al Acaparador. Conozco de vista al Parlanchín pero no tenía ni idea de que a su vez conociera al Acaparador. Se alegran de verse. Se sienta a su lado y se ponen a hablar. El Acaparador parece haber perdido interés por el periódico pero no le quita la zarpa de encima. Pongo la oreja. Escucho fragmentos: "...saber inglés... meses en una oficina de correos en Detroit... una hija en la consulta... Florida". Entra ahora Prince, el nigeriano aparcacoches que se come cada mañana siete tostadas con foigrás o las que le echen. Me sorprende que conozca al Acaparador. Todo el mundo parece conocer al Acaparador. "Jelou mai gud fren" le dice el Acaparador con un buen humor que me descoloca. El oficinista parlanchín le da la mano al negro y también hace sus pinitos: "Jaguaryú Prin? Du yu guan toas güis foigrá?" El negro se ríe con todos los dientes y sale del bar sin decir nada. Es un negro que entra y sale sin dar explicaciones y se come sus tostadas cuando le da la gana. El Acaparador y el Parlanchín siguen hablando. De pronto, un tipo situado en la otra punta se llega hasta ellos. "¿Está leyendo éste?", le pregunta al Acaparador por el Alfa y Omega, debe ser un tipo piadoso. La gente se muere por quitarse del jaleo leyendo cualquier cosa. El caso es que el Acaparador alza el codo sin dejar de hablar con el Parlanchín y deja escapar el periódico. Pero con rapidez dobla el deportivo que tenía en la mano y lo esconde bajo el brazo. Hay cosas que me dejan literalmente boquiabierto y esta es una de ellas. El Acaparador dejándose quitar periódicos.
Termino mi desayuno, pido a Marisa un buche de agua y pago: 1,60 por un café y media tostada con Tulipán. Cuando me marcho, el Acaparador sigue animado con la charla y logro captarle unas cuantas palabras más: "...buh, eso siempre... allí nos poníamos unos gorros...". El Acaparador tiene una voz desagradable por la mañana.
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