En La Romana te sientes como en casa y esta sensación se transmite a los clientes. En estas dos semanas que llevo con ellos he podido comprobar como los comensales se relajan y se dejan llevar por sus dueños. Entrar allí supone olvidarse del reloj y disfrutar. Pilar se encarga de aconsejar en materia de vinos, y Jesús de los aspectos culinarios. Durante el menú degustación se sentará con ellos y saldrá varias veces para explicar los ingredientes, elaboración, etc. Para mí es un lujo esta cercanía.
La primera vez que oí hablar de La Romana me sorprendió que algo así pudiese existir. Es el sueño de un amante de la gastronomía. Un verdadero laboratorio gastronómico en un barrio tan emblemático como Carabanchel. Jesús trabaja sólo productos de temporada de altísima calidad (atún rojo salvaje, guisantes de cristal, burrata, guanciale ibérico, son algunos de los ingredientes de estas dos semanas). El menú se cambia muy frecuentemente, especialmente según la temporada, no obstante, tras estar codo con codo con Jesús, os confieso que comer dos veces allí el mismo plato siempre conlleva variaciones, nunca comes lo mismo porque la mente de Jesús siempre está realizando modificaciones. El proceso creativo no cesa nunca!
Yo no paro de apuntar y apuntar y lleno libretas y libretas porque no quiero dejarme nada, sin embargo, es imposible anotarlo todo. Más que nada porque de la idea originaria de la receta poco queda al final y mucho menos al pasar la semana.
Si aún no conocéis La Romana, os invito a pasaros. Trabajan sólo por reserva previa y el precio oscila entre 75 y 100 € por persona, pero merece la pena, de verdad. Una vez has estado allí te das cuenta de que la calidad de los ingredientes, las elaboraciones, los vinos, etc y el lujo de estar en un restaurante solo para ti (únicamente hay tres mesas y el local prácticamente cierra para sus comensales que entran, por ejemplo, a las dos del mediodía y salen, quizás a las siete u ocho de la tarde) no tiene precio.
La semana pasada Jesús me dio permiso para ir compartiendo alguno de sus secretos de cocina y las recetas que vayamos elaborando, así que yo voy a seleccionar las que vea más sencillas y con posibilidad de elaborar en casa. Hoy empiezo con unas increíbles croquetas rebozadas en cereales. Forman parte de los aperitivos del menú de la semana pasada y han triunfado ;)
Al haber ido haciendo las fotos a medida que elaborábamos, algunos pasos quedan sin foto, pero voy a explicaros todo muy bien, vamos a ello!!!!
130 gr de mantequilla
250 gr de jamón serrano
50 gr de avellanas troceadas
75 gr de morcilla
1 cebolla morada pequeña
1 diente de ajo
Para el rebozado:
Almidón de maíz (en lugar de harina)
huevo
Cereales troceados (los típicos corn flakes)
Antes de empezar con la elaboración os comento unas cosillas:
- En nuestra receta sólo pusimos leche, ya que la morcilla le aporta grasa, pero si no vais a poner morcilla, sustituid 300 ml de leche por nata, le dará cremosidad.
- Conviene tamizar la harina, nos ayudará a evitar grumitos en la masa.
- Importante añadir el jamón serrano muy menudito, ya que en nuestra receta lo incorporaremos en crudo, utilizando sólo el propio calor de la masa.
Elaboración:
1.- Lo primero que vamos a hacer es picar la cebolla y el ajo muy menuditos (en brunoise). En una sartén honda, derretiremos a fuego lento la mantequilla y, una vez, derretida, añadimos la cebolla y el ajo.