cruce de caminos

Por Aceituno

Cada decisión que tomamos nos obliga a emprender un nuevo camino. Elegimos entre varias opciones y nos decantamos por una u otra en función de las necesidades o caprichos del momento. Sabemos, pues, el inicio de cada camino. Lo que no podemos saber, ni siquiera imaginar, es cómo va a ser ese camino una vez que empecemos a recorrerlo. Ni siquiera sabemos cuál es el final porque probablemente no lo tenga y no sea sino otra intersección más, otro cruce con varias posibilidades para elegir. Y así sucesivamente.

Lamentablemente (o no) la vida no es un camino que va desde aquí hasta allí. Más bien son muchos pequeños caminos que van desde una decisión hasta la siguiente. Cada vez que descartamos algunas opciones para elegir una concreta, estamos dando un vuelco radical a nuestro mapa de vida. Tan importante como nuestra elección son nuestros descartes. Dónde nos habría llevado cada uno de esos descartes, es algo que sólo sabremos en otras vidas, en otros mundos, en otras realidades.

Y mientras tanto vamos viviendo casi sin querer, siguiendo una curiosa inercia vital que nos empuja a dar un paso más sin ser muy conscientes de lo que significa darlo. Sin pedir perdón y sin pedir permiso, sin molestar a nadie pero sin arriesgar, porque arriesgando estoy obligado a pensar. Y lo malo de pensar es que cansa y a veces duele, por eso nos gusta desconectar embobándonos con esos estúpidos programas de televisión, por lo general frívolos y  facilones en los que el nivel medio de contenidos es absurdamente bajo y suponen un insulto para la inteligencia de sus propios espectadores.

Sí, eso es lo que pasa, que no queremos pensar, porque si pensamos tal vez lleguemos a la conclusión de que nuestra vida no nos gusta y eso sería una catástrofe porque no tenemos ni tiempo, ni dinero, ni energía para cambiarla, así que nos tenemos que conformar con dejar las cosas tal y como están no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad.

Cada camino que elegimos proviene de una decisión tomada casi sin pensar. No nos extrañemos luego de que el camino es un poco feo o difícil de recorrer. Es así como lo hemos querido. Nadie decide por nosotros. Tomémonos el tiempo suficiente y elijamos con calma.

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Seguramente caminaremos por caminos dignos de ser caminados.

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