Crucero en el EURODAM por el Mediterráneo

Por Nacho22 @nuestromundovia

A pesar de decidir el pasado año que íbamos a tardar mucho en repetir el típico crucero por el Mediterráneo Occidental, el hecho de torcerse nuestro viaje planeado a Siria y Jordania en el mes de mayo y  los buenos precios que ha presentado este año Holland America Line, junto a las enormes ganas que teníamos  de probar esta compañía de los barcos de casco azul, hizo que reconsideráramos el veto que le habíamos hecho al Mare Nostrum. Además, en este caso Holland ha hecho un pequeño esfuerzo de imaginación incorporando a las típicas escalas  mediterráneas, repetidas hasta la saciedad, alguna novedad algo más apetecible como Trápani o Santa Margarita de Liguria. Y el tiempo..espectacular, un sol radiante que nos ha acompañado durante todo el crucero y en todas y cada una de las escalas, y que nos permitió disfrutar a tope del Eurodam el día y medio de navegación que separa La Goulette de Barcelona.
La ruta que completó el Eurodam fue Barcelona, Montecarlo, Santa Margarita de Liguria, Civitavecchia, Trápani y La Goulette, y al menos tuvimos como novedad tres de los puertos, que no son pocos. Las ganas que teníamos de probar Holland America quedaron reflejadas el día del embarque cuando desde nuestro transfer  divisamos el  distintivo casco azul del Eurodam atracado en el palacruceros  del muelle adosado. La verdad que el embarque fue muy ágil, y casi sin darnos cuenta estábamos a bordo del Eurodam, en un elegante y discreto atrio a tres cubiertas. Ya nada más tomar contacto con el barco nos dimos cuenta que iba a ser algo diferente en decoración a los anteriores barcos de crucero en los que habíamos navegado, donde la elegancia y los dorados predominan sobre manera. Eso si, y para sorpresa nuestra, no hubo ninguna copa de espumoso de bienvenida a bordo, aunque con el ajuste de tarifas no es de extrañar.
Hablando propiamente del barco, la verdad es que nos ha encantado. Una decoración muy elegante, repleta de obras de arte; esculturas, óleos, grabados, dorados por doquier, elegantes tapicerías, etc.. le dan una atmósfera muy especial. Solamente las puertas de los ascensores, labradas en toda su superficie, ya son espectaculares de por si. La elegante piscina central, con maderas de teca en toda su cubierta y tumbonas de gran calidad pero muy limitadas, se quedaba de lo más escasa y era prácticamente misión imposible localizar una vacía, incluso con el barco atracado en puerto. Mucho más espacio disponía la piscina de popa y su espectacular cubierta  con gran cantidad de espacio y tumbonas, sin duda una de las zonas que más nos han gustado del Eurodam, ya que adoramos las amplias cubiertas de popa donde poder contemplar la estela perdiéndose por el horizonte. Y es por eso que esta vez no hemos aprovechado, como solemos hacerlo, los paseos por la promenade, que dicho sea de paso es una de las más elegantes que hayamos pisado, con armarios de chalecos, bancos y tumbonas en elegante madera barnizada, y transitable 360 grados, es decir  en todo el  perímetro del barco. Tiene una gran variedad de bares y salones donde poder tomarse una copa a gusto, aunque después de las cenas el  más exitoso de todos era el piano bar, un concepto curioso en donde el piano está en el centro de una barra con el pasaje sentado a su alrededor, mientras el pianista y cantante atiende las peticiones que le hacen llegar. 

La tripulación es una de las grandes satisfacciones  que nos traemos de este crucero. Es cierto que en todos los cruceros que hemos hecho hasta la fecha, las tripulaciones siempre nos han tratado con mucha amabilidad, y salvo casos muy puntuales, nos han llenado de atenciones. Pero en el caso de Eurodam da un paso más, y bastaba un par de ocasiones para que el camarero de tal o cual bar me recordara por el nombre, y siempre con la omnipresente sonrisa en el rostro. Otra de las cosas positivas son los restaurantes alternativos de pago. A la grata sorpresa de sus ajustados precios, se une una gastronomía estupenda junto a un servicio atento.  En el restaurante Tamarind sirven para almorzar, y sin cargo alguno, un único menú degustación con platos estrella de la gastronomía oriental que nos gustó mucho. Lo único que tienes que elegir es el postre y es más que recomendable reservar mesa con antelación. Una de las noches acudimos, con reserva previa, al  Pinnacle Grill y la experiencia fue fantástica, con unos platos elaborados y una presentación muy lograda,  y unas  carnes “Sterling Silver Beef” que, sin duda,  te dejan sin sentido. Lástima que una cosa tan sencilla como la carta de menú, traducida al español, se presente en  dos hojas grapadas al aire. Algo más propio de un merendero de playa que de un refinado restaurante. En cuanto al restaurante principal, los almuerzos a la carta y las cenas no han desmerecido, buena presentación y platos muy sabrosos, y el servicio por parte de los camareros ha estado bien el líneas generales, aunque en un par de ocasiones se han “olvidado” de colocar el pan y algunos servían y recogían los platos por donde les venía más cómodo, en vez de por nuestra derecha que es como debe hacerse.  El buffet también es muy variado en platos , carnes, ensaladas, pescado, pasta de todo tipo, postres…aunque la colocación en lineales lo único que hace es formar colas. Nosotros no somos demasiado amigos de los bufets y sólo comimos un día en él y otro más desayunamos. En ese aspecto preferimos sentarnos a la carta en el restaurante o utilizar el room service y comer algo en el balcón de nuestro camarote, sobre todo aprovechando el calor y buen tiempo que nos hizo durante todo el crucero.

El camarote que escogimos fue un exterior con balcón categoría VB en la banda de estribor que nos garantizó el solecito casi todas las tardes de navegación. Para mi gusto un poquito oscuro por  la  tonalidad de las maderas utilizadas, pero por lo demás muy cómodo y con un balcón bastante grande, muchísimas perchas en el armario y productos de higiene y cremas corporales de Elemis, aunque no me acaba de agradar las puñeteras cortinas en la ducha. Es una mera cuestión higiénica y de comodidad. En cuanto a la limpieza del camarote no puedo decir más que impecablemente mantenido por nuestro cabinista , que además de hacernos las bonitas figuras de rigor con las toallas, estaba lleno de cordialidad y siempre nos dedicaba una gran sonrisa . Como apunte negativo del camarote el super ruidoso equipo de climatización y la incómoda  puerta de acceso a la terraza. Para mi donde estén las puertas correderas que se quiten las demás.
Los espectáculos del teatro se  desarrollaron en la líneas de las compañías norteamericanas, musicales estilo Broadway que nos hicieron pasar un buen rato. Particularmente a mi me gustaron como estaban montados. En los demás salones del Eurodam, el entretenimiento se dividía entre cuartetos de cuerda, cantantes solistas de música country, algún karaoke y el exitoso piano-man que acababa al filo de  la medianoche, y que una vez pasada esa hora, y como por arte de magia, hacía desaparecer a la mayoría del pasaje. A partir de esa hora algunas personas en la disco y por supuesto en el casino. Y eso que la media de edad era baja para ser Holland America (debía rondar los cincuenta años),  y según dijo el capitán en la recepción en el teatro, mayoría de norteamericanos (1.350), unos 400 canadienses y británicos, y luego diversas nacionalidades residuales entre ellas 35 rusos y 30 españoles que yo  recuerde.
Y ya, como apunte final, algunas cosas que no nos agradaron demasiado, sobre todo al tratarse de Holland América, una compañía que posee multitud de premios internacionales, y que quiero suponer que fueran problemas más propios de nuestra salida o de la gestión particular de ese momento, y que no sean una cosa habitual en los diferentes barcos de su flota. Ya lo primero nos sucedió el día del embarque, a la hora de la comida en el restaurante a la carta no  quisieron darnos mesa para dos y nos sentaron con una pareja escocesa y otra croata, habiendo mesas disponibles. También es cierto que hay que agradecer a Holland que ofrezca a los pasajeros el día del embarque el restaurante a la carta y no sólo el buffet para almorzar, y así lo reconocemos ya que la mayoría sólo ofrece este último. Pero lo más desilusionante sucedió por la tarde. Siempre que navegamos por primera vez en una nueva compañía tenemos una mezcla de entusiasmo, curiosidad y cierta emoción por ver que novedades nos va a deparar. Nos pusimos guapos para bajar a cenar, eran entorno a las ocho y media de la tarde, y fue abrirse las puertas del ascensor y encontrarse una enorme cola con decenas de personas esperando a ser sentadas para cenar. Después de 40 minutos de espera, y ya con cierto cansancio y aburrimiento, pregunté al miembro de la tripulación que asignaba las mesas en el ordenador si esa situación iba a repetirse todas las noches, más que nada por reservar en el Pinnacle las noches restantes. Me respondió que esos problemas eran exclusivos del día del embarque con lo que respiramos tranquilos. Por supuesto mesa compartida, esta vez con una pareja de Los Angeles y otra británica ante la imposibilidad, nuevamente, de una para dos, y otra espera de más de veinte minutos simplemente para encontrar una carta traducida del menú. En fin, que el resto de los días, aunque el volumen de filas se redujo, continuaron durante todo el crucero. Gracias a Zen, el encargado de asignar las mesas en la entrada al restaurante, que nos arregló el problema de estar plantados en la fila como pasmarotes, ya que el tercer día memorizó nuestro número de camarote, y cuando acudíamos al restaurante nos decía que volviéramos en treinta o cuarenta minutos, que ya nos tendría preparada una mesa. A nosotros no nos importaba esperar tomando una copa y escuchando al cuarteto de cuerda en el Explorer´s loungue, pero si que nos incomodaba y decepcionaba el estar plantados en una larga fila durante treinta o cuarenta minutos. Por cierto, y al hilo de esto, Holland aplica, al menos en nuestra salida, la política de no permitir al pasaje servirse ni agua en el bufett durante los primeros dos días. El resultado es que en esas primera 48 horas se formaron unas colas formidables en el bufet. No se si servirá para prevenir virus estomacales, pero lo si que aumentó fue el virus de la mala leche en el pasaje. Por último, y para concluir el capítulo de las cosa menos positivas del crucero, la asistencia en español fue lamentable. Unos diarios de abordo parcialmente traducidos, solamente el título y los horarios de actividades, el resto en idioma inglés. Y luego las cartas de los restaurantes que en más de una ocasión han sido incapaces de encontrarlas y nos hemos tenido que conformar con las de inglés. Y cuando las han encontrado después de importantes esperas nos las presentaban en hojas sueltas al aire ¿Tanto cuesta encajarlas en las tapas? Es decir que se cumplía parcialmente la ya de por si básica asistencia ofertada por la compañía a los pasajeros de habla hispana.

En resumen, y a pesar de las reseñas negativas del párrafo anterior, el balance general de este crucero ha sido  positivo, nos ha gustado la Holland, y aunque hay un pequeño punto de decepción, le hemos disfrutado y  nos lo hemos pasado de fábula. Sin duda Holland America es una compañía a tener en cuenta para futuras navegaciones, y desde luego nosotros la tendremos. Ha habido cosas muy positivas, como la estupenda organización en el embarque-desembarque, tanto en Barcelona como en los tenders en las escalas, una tripulación atenta y servicial y unos precios de restaurantes alternativos y de bebidas bastante contenidos. A  resaltar el "happy hour"  en los diferentes bares, que por un dólar más te daban otra bebida idéntica. Una buena idea que no habíamos visto antes en otras líneas de crucero, y que ha servido para que hayamos alternado como nunca. En líneas generales el crucero nos ha resultado muy similar a Celebrity, con unas cosas mejores y otras peores, y desde luego con un sistema “as you wish” que no ha funcionado en nuestro crucero ¿En qué cabeza cabe que en un sistema de turno abierto se pueda reservar mesa para una hora concreta? Para eso es mejor dejar los dos turnos tradicionales de cena y no experimentar, porque el resultado es mesas  vacías durante muchísimo tiempo, y la consecuencia largas colas en la puerta del restaurante. Y en una compañía tan premiada como Holland America cuesta digerirlo ¿no?
En unos días subiré un foto-tour del Eurodam.