Crulic, camino al más allá (Crulic – drumul spre dincolo), Rumanía 2011

Publicado el 18 junio 2013 por Cineinvisible @cineinvisib

El género de la animación está viviendo una segunda juventud, con propuestas cada vez más variadas e interesantes. Vista su calidad, hasta se abre camino en las pantallas, poco a poco y por lo general tarde, pero sin lugar a dudas, el estreno de este documental tan inquietante como premiado (mejor película Annecy 2012, mención especial Don Quijote en Locarno, otras dos menciones en la edición 27 de Varsovia, además de un largo etcétera en su país de origen) constituye una excelente noticia. Su directora, Anca Damian, en su segunda película no podía haber elegido mejor inicio. La voz del protagonista nos explica que le resulta más fácil atravesar nuestras fronteras comunitarias, muerto que vivo, e incluso, más confortablemente, en Mercedes.El surrealismo, gran tradición europea, no ha perdido un ápice de su fuerza y vigor y sus historias parecen salidas directamente de la calenturienta mente del fantasma de Franz Kafka.Clau­diu Crulic es uno más entre los millones de europeos anónimos, que sólo interesan a las autoridades, una vez al año, en el momento de los impuestos y, un poco más, cada cuatro, al aproximarse la fecha de las elecciones de turno. El resto del tiempo, la vida de Crulic, mecánico rumano, inmigrante en Polonia, no interesa a prácticamente nadie. Y esa fue la causa de su muerte: la indiferencia generalizada, tras ser acusado del robo de una cartera (en el momento en que se encontraba a miles de kilómetros del hecho, para ser exactos en Italia).Mezclando todo tipo de técnicas de animación: dibujos a mano o montajes de fotografías, documentos escaneados, stop motion… esta historia real es una sucesión de hallazgos, momentos inspirados y sorprendente revelaciones. Parece increíble que las normativas y procedimientos legales, creados en principio para facilitar la vida en comunidad se hayan transformado en una constante carrera de obstáculos para los ciudadanos.Este triste y espeluznante suceso provocó la dimisión del Ministro de Asuntos Exteriores rumano y del cónsul en Polonia. En nuestra cultura, acostumbrados a que nadie dimita jamás bajo ningún concepto, tal reacción puede aproximar esta historia a la ciencia ficción. Lo que no se debe olvidar es que se trata de una historia real y que nunca debería volver a repetirse.