El río Kariega
Muy cerca del pueblo costero de Kenton-on-Sea, en la provincia del Cabo Este, se encuentra la Reserva Privada de Sibuya, que se caracteriza por tener más río navegable que cualquier otra reserva en Sudáfrica, lo que permite que sea extremadamente rica en cuanto a especies de aves, más de 400, y sea posible avistar nutrias así como los famosos Big Five junto a muchas otras especies de mamíferos.
De esta manera, nuestro safari comenzaba entorno a las 12:00 en las afueras del pueblo de Kenton-on-Sea donde se halla la recepción de la reserva y el punto de bienvenida para los visitantes a la misma. Tras una breve explicación, iniciábamos nuestro crucero a través del río Kariega en una lancha rápida que nos iba a conducir hasta el River Lodge, punto de partida de nuestro safari por Sibuya.
Aunque no tuvimos la suerte nos comentó nuestro guía que, en ocasiones, es posible avistar algunas tortugas y delfines (e incluso ballenas) junto a la desembocadura del río apenas iniciado el trayecto, que iba a durar entorno a media hora hasta alcanzar el campamento principal.
El paisaje era realmente espectacular, formado principalmente por bosques que llegaban hasta escasos centímetros del agua condensando una gran vegetación junto al río que favorecía el avistamiento de muchas especies de aves.
River Lodge
Una vez llegados al River Lodge, y puesto que nos aguardaba un safari de más de 3 horas, decidimos comer y fuimos agasajados con un excelente buffet a la orilla del río acompañado por un excelente vino sudafricano que permitió pudiéramos retomar fuerzas para lo que iba a venir después.
Antes de partir en el land rover, tuvieron la amabilidad de enseñarnos una de las 4 habitaciones junto al río para que entendiéramos que el lujo no está reñido con preservar y conservar la naturaleza.
A través de estrechas pistas empezó nuestro safari por la reserva para comenzar observando numerosas manadas de cebras e impalas con sus crías junto al camino.
La belleza escénica de la reserva se debe principalmente a la sucesión de paisajes que se alternan mientras realizas el safari, así vastas planicies formadas por savanah se sucedían con bosques desde los cuales observar las impresionantes vistas de los meandros que forma el río Kariega.
Una manada de búfalos descansando junto a una charca
Uno de los mejores momentos del safari llegó cuando, tras aproximarnos a una charca, pudimos contemplar más de 14 búfalos descansando en sus orillas. Un momento de cierta tensión tuvo lugar cuando el macho de la manada, se levantó y avanzó firme hasta situarse a escasos 5 metros de nuestro vehículo, ladeando la cabeza y dando señales de que nuestra presencia empezaba a molestarle, momento en que nuestro guía aprovechó para continuar nuestra aventura.
Después de proseguir por sendas contemplando grandes grupos de impalas, llegamos a la zona donde se hallaban los leones. Es interesante apuntar que debido al tamaño de la reserva, entorno a unas 2.000 hectáreas, están obligados a alimentarles, al contrario que sucede en el resto de reservas, donde cazan libremente y tienen suficiente espacio para ello, de modo que uno tiene una sensación extraña de que no se encuentran en su hábitat natural. De cualquier manera, verles avanzar hacia nuestro vehículo, obligó a nuestro guía a intimidarles con el encendido del motor pues las crías se aproximaron a escasos metros.
Una manada de jirafas degustaba las frescas hojas altas de las acacias, mientras grupos de cebras se alejaban rápidamente al observar acercarse nuestro vehículo. Tras girar por unos arbustos, una pareja de rinocerontes con su cría que descansaban junto a una charca nos permitieron obtener unas fabulosas fotografías para el recuerdo.
Los elefantes, entre los animales más temidos
Pero qué duda cabe que África es especial y la experiencia de un safari debe ser entendida como una auténtica aventura donde todo puede suceder, así que tras avistar a una manada formada por 6 elefantes caminar por una pista para alcanzar un llano, observamos que uno de los machos se giraba y daba algunos pasos para desaparecer en la maleza y la densa vegetación. Segundos después, aparecía y caminaba tranquilo a unos 50 metros del vehículo momento que entendí era oportuno para sacar una foto panorámica del ejemplar. Por entonces y para facilitar la instantánea, nuestro guía había posicionado el vehículo en dirección contraria y con el motor en marcha. En un abrir y cerrar de ojos, el animal arrancó contra el land rover, debiendo acelerar nuestro ranger al máximo. Pudimos escuchar la estampida y sus tremendas pisadas en nuestra nuca pensando que iba a darnos caza. ¡Qué experiencia sentir al elefante a escasos centímetros del vehículo agitar su trompa y tratar de clavar sus colmillos en la zona trasera del vehículo!
Luego, más tranquilos, nos contó nuestro guía que se hallaba en periodo de celo y que durante este tiempo, se muestran más impredecibles y son más peligrosos. Con estas palabras, reconocía que le infundían más respeto los elefantes que los temidos leones.
En fin, con el susto todavía en el cuerpo, regresamos al campamento para coger la lancha rápida y poder regresar a Kenton-on-Sea con todos los recuerdos del safari que iban a perdurar para siempre en nuestra memoria.