Cuaderno de Bitácora de la Crisis: Volver a vivir con tus Padres

Por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22

Pronto hará una semana que volví a vivir con mis padres. 
Ha sido un proceso gradual y aún quedan algunas mudanzas por hacer. Pero la decisión está tomada. Como la han tomado muchos otros parados: ahorrarse un alquiler para alargar su subsistencia pero... 
¿Qué consecuencias puede tener esa decisión?
De pequeño, cuando quería ser ingeniero naval y no publicitario, mi spot favorito era el de los turrones El Almendro celebraban el regreso al hogar con su famoso "Vuelve, a casa vuelve”. En él, volver a casa para los encuentros tradicionales es motivo de alegría. Sin embargo llegados a una determinada fase de nuestra vida, parece que volver a casa debería ser solo una alegre visita en Navidad y ya. Volver a casa forzado por las circunstancias (y no precisamente a celebrar nada) no le apatece a nadie. ¿Por qué?
Desde mi experiencia particular, lo primero que noto al regresar al nido es un problema de convivencia. Debido a mis estudios, yo llevo desde los 17 años viviendo fuera de casa. Los primeros veranos regresaba para pasar las vacaciones con mis padres y siempre eran épocas con discusiones.
Puede que mis hábitos se relajaran al vivir emancipado o puede que, efectivamente, hubiera establecido mis propias prioridades domésticas viviendo fuera (la ropa en mi armario se ordena así, me ducho a esta hora, etc.). El caso es que inevitablemente se discute. Es una fase muy parecida a la adolescencia. No son solo problemas de orden o higiene, sino a veces hasta criterios culinarios, de pequeñas reparaciones...
Pueden ser mil cosas, que en mi cabeza estaba acostumbrado a solucionar según un criterio que ya no dependía de ellos. Y ahora, de repente soy un invitado en una casa que aunque sea la mía, había empezado a dejar de serlo.
Des del punto de vista de los padres, la cosa es parecida, pero además con la sensación de ser espectadores del fracaso que implica no poder seguir viviendo por tu cuenta. Igual que cuando los pollitos vuelan lejos algunos padres desarrollan el síndrome del nido vacío, Pandora, en el blog Solteras y maravillosas alerta sobre la síndrome del nido lleno.
Parece que tener que volver a casa sea una especie de derrota, por no haber sido capaz de buscarte la vida. Aunque eso tiene una parte de razón (yo estoy muy orgulloso de mis hitos profesionales y académicos, pero siempre pueden mejorarse), la escasez de puestos de trabajo está motivada por la coyuntura económica. Y eso sí que no es mi culpa; no ha sido una decisión mía. Cómo dijo el presidente Rajoy en una de sus patinadas, la realidad se ha empeñado en llevarme la contraria. Así que mejor no tomárselo como una derrota, sino más bien como una oportunidad. Como demuestra un estudio de la universidad de Pensylvania, regresar con tus padres te permitirá aguantar un tiempo más en el paro y, por tanto, buscar mejor tu futuro empleo.
Pero lo esencial para usar tu vuelta a casa como trampolín hacia otra vida es eliminar esa sensación de fracaso. En mi caso, una vez empecemos a solucionar esos pequeños problemas de convivencia, será de lo más provechoso volver a vivir con mis padres. No dejan de ser mis padres y a menudo son los que me pueden dar los mejores consejos. También, para mí, volver a mi ciudad me permite estar más tranquilo: no es tran grande ni tan cara como Barcelona, así que disfrutaré casi lo mismo por menos... No me siento derrotado en absoluto.
Pero yo, señores, tengo una teoría algo alocada. El hecho de que regresar al hogar familiar tenga mala prensa es una forma de darte la culpa solo a ti... y no al contexto.
Por que si se la das al contexto terminarás reparando en que hay culpables con nombres y apellidos apuntados en alguna lista de contabilidad (que, por cierto, se escribe con b). Culpables de todos los colores pero militantes acérrimos de su ineptitud y su avaricia. 
Si pese a mi currículum (experiencia laboral, licenciatura, postgrados...), las empresas no pueden fichar a la gente de mi generación es que alguien ha alguien ha permitido que la economía se devaluara tanto que ahora los titulados se estrellen contra una realidad contraria.
Si alguien ha permitido que nos demos semejante golpe, no deberíamos permitirle que además esté mal visto curarnos las heridas con quienes más pueden ayudarnos, nuestros padres.
Fuente: Oscar Arenas. Piensa, es gratis.