Hay un mundo de nieve que fue un día
lejano de la infancia. Entre los muchos
momentos olvidados, ese día,
la mañana feliz que vi la nieve
por vez primera y última, pervive,
y ha enterrado en su seno muchos otros
recuerdos, buenos, malos, tantos juegos
de entonces ha hecho suyos, en su afán
de cifrar en su imagen todo aquello.
La infancia son imágenes, sabemos,
casi siempre instantáneas, sin diálogos
y sin motivaciones aparentes.
Y de pronto sentimos que una de ellas
se empeña en absorber a las demás,
devora cuanto estorba a sus propósitos,
y así mueren amigos, ilusiones,
desencantos que un día fueron nuestros.
Y de pronto sentimos que esa nieve
es ya la infancia toda en sólo un mito.