Cuaderno mediterráneo. Historias, mitos y leyendas (ahora traducidos al italiano y al árabe) de Basilio Rodríguez Cañada.

Publicado el 13 diciembre 2023 por Nerysantosgomez

Reseña literaria por Nery Santos Gómez

Las fronteras entre el mito y la historia son tan imprecisas que aún hoy no se sabe si dar por seguros los contornos y circunstancias de numerosos acontecimientos que vacilan en ocupar espacios imaginarios o reales. No sabemos qué parte es realidad y cuál es solo peregrinaje de la imaginación. Como decía Napoleón: «¿Qué es la historia? Una sencilla fábula que todos hemos aceptado». Y esto es preciso: la fabulación de los hechos y las vidas forman parte de lo que se considera, más precisamente, como legenda, es decir, narraciones sobre los orígenes de acontecimientos probables y al mismo tiempo extraordinarios. Son esas leyendas mágicas y etiológicas las que explican fundaciones de ciudades, dan cimiento a ciertos acontecimientos importantes que determinan la cultura, marcan vidas y siguen impactando. Mitos que definen los orígenes y dan nombre y sentido a poblaciones, a hombres y, en este caso, a una editorial: Sial Pigmalión. Pigmalión «el bueno», el que se atrevió a crear lo que no conseguía en la vida real. El que convirtió su creación en figura viviente. La editorial señala a través de su nombre a los escritores que agrupa y los espacios que habita.

Los cinco relatos líricos que comentaremos ahora ven la luz en italiano y en árabe, rompiendo barreras lingüísticas y convirtiéndose en un lugar sagrado de transmutación donde los horizontes de sueños y sentidos se cobijan de realidad y se hacen accesibles.

¿No somos acaso todos los hombres, día a día, pigmaliones construyendo nuestras realidades? ¿No despertamos la imagen y semejanza del dios que tenemos dentro, cada vez que componemos, construimos, cantamos, pintamos…? ¿No son todos los hombres, de alguna manera, artistas con diferentes dones, pero artistas al fin y al cabo, de uno u otro concepto? ¿No provienen todas las creaciones de la ignota región espiritual que une la existencia individual con todo el universo? Y es que desde que entras en el grupo editorial que preside Basilio Rodríguez Cañada te encuentras con la imagen de la reina Elisa Dido, que permanece allí como si fuera una fiel vigilante de los miles de libros que reposan en los estantes de la editorial y son testigos de la amplia producción de Sial Pigmalión que ya lleva 25 años de labor literaria.

En el libro El mito y el concepto de realidad, de Hans Blumenberg, el autor señala:

… gracias a su carácter variable y pluridimensional, la recepción del mito es y será siempre un proceso vivo y dinámico, de modo que incluso la «desmitologización» de las sociedades modernas resulta ser en sí un mito: la mitología sigue siendo de perenne actualidad.

Sobre esos mitos fabulosos te preguntas qué parte es realidad y cuál es solo fantasía, y entonces comprendes que esto no se puede separar. Solo se debe tamizar. ¿Quiénes somos para decir que la historia no sucedió realmente así? Si es que en nuestras propias vidas es muy difícil separar lo real de lo que no conocemos: ¿sabemos adónde vamos cada noche mientras dormimos? ¿Sabemos qué parte de nuestros recuerdos realmente ocurrieron? Memorias que creemos verdaderas por las miles de veces que las hemos rememorado, siempre agregando o quitando detalles que al final adornan u oscurecen lo acontecido.

Cinco poemas con los que el vate Basilio Rodríguez Cañada, como si tuviera el poder de ponerle un sello de no caducidad a la historia, nos convida con un ancestral canto y con superior heredad a revivir la leyenda que no se marchita. Leemos esta pentalogía con la emoción estética que provoca. Una visión inefable y coherente alentada por la gratificante impresión que no solo cuenta con erudición, fluidez y encanto, sino que alcanza el poder de conducirnos por los caminos armoniosos de una poética original y justamente «legendaria». Exuberantes elucidaciones, profundas y exquisitas, que nos llevan al corazón del mito para absorberlo lentamente y hacerlo nuestro.

Como los cinco dígitos de una mano abierta se presentan estos cinco poemas, unos más largos, otros más cortos. Todos importantes. Listos para agarrar el mundo, acariciarlo y asirlo con fuerza. Y, como si fuera la palma de esa mano, el Cuaderno mediterráneo que los sostiene, surcado de líneas que representan el destino como ríos que corren hacia el propio mar Mediterráneo.

Estos versos de Basilio nacen de una necesidad. El pasado, que ayuda a construir el presente, merece ser rescatado, pulido, pintado, moldeado o convertido en poesía. Frente a las ruinas de Cartago en Túnez, Basilio reúne a un grupo de sus escritores. Tengo la inmensa suerte de estar entre ellos. La fresca brisa del mar recorre los monumentos que un día tuvieron un fulgor tal que hasta el momento presente son vestigios, columnas rotas, bases de edificios y piedras partidas; aun así, conservan grandeza y esplendor. Esa misma brisa transporta las palabras de nuestro querido editor. Basilio nos habla de la reina Dido, que escapa de la avaricia de su hermano Pigmalión, capaz de despellejar vivo a su amado Acerbas. Imaginamos las embarcaciones fenicias con ochenta doncellas y se hacen reales las negociaciones con el rey de los bereberes, Jarbas, por un pedazo de terreno delimitado por la piel de un toro y la astucia de una mujer.

Basilio nos trae varios ejemplos fundamentales del poder de los sueños. El sueño de Alejandro, que se convirtió en Alejandría; el sueño de Elisa Dido, que se convirtió en Cartago; y el sueño de Pigmalión, que se convirtió en la mujer que sería su esposa. En este Cuaderno mediterráneo se rescatan estos mitos envueltos en versos, bañados por el río Nilo y el mar Mediterráneo. Pigmalión y Galatea, la reina Elisa Dido, un Ulises intentando regresar a Ítaca. Todos más vivos que nunca. Contando sus historias a través de la lírica de Basilio. Cuatro leyendas o historias que nos definen y nos muestran el origen. Alejandro Magno, faro que alumbra desde la isla con ese mismo nombre. Bibliotecas y sabios, resistiendo los embates de las guerras, tsunamis e incendios. Y, como culminación el viaje, las aventuras, en la piel de Ulises. Este nos invita a imaginar y vivir mil peripecias a través del lenguaje austero y vigoroso, aunque a ratos también sensual, de Rodríguez Cañada. Sumergidos en los versos viajamos por los mitos primordiales. Islas peligrosas, mares agitados donde viven las temibles Escila y Caribdis, la ciudad de los cicones, los lotófagos, los cíclopes, el gigante Polifemo y los lestrigones. Basilio se convierte en Ulises. Lo absorbe por su propia necesidad de viajar y vivir aventuras enriquecedoras. Desde joven surge en él la necesidad de hermanarse con África, llegar a Asia. Darle la mano a América y llevarla a su corazón. Recorrer el mundo entero. Va recogiendo autores valiosos y los suma a su ejército de soñadores y viajeros. Y cuando el destino lo recluye en cuarentena, entonces escribe, lo que ha hecho siempre, pero con fruición, compone versos y nos entrega este libro. Son los períodos difíciles y emocionalmente retadores cuando la capacidad de creación se activa y la emotividad se transforma en literatura. Cuando Tennyson escribió su Ulises lo hizo después de la muerte de su amigo más allegado de la Universidad de Cambridge, el poeta Arthur Henry Hallan. Basilio nos entrega este hermoso y profundo libro gestado mientras él mismo se encontraba confinado por el COVID en su casa de Madrid. Un libro trabajado bajo el triste espectro de una pandemia que se llevó a tantos de sus amigos.

Como afirmaba Homero: «Los dioses tejen desgracias sobre las vidas de los hombres para que las generaciones venideras tengan algo que contar».

Basilio, como poeta, interpreta el mundo, lo siente y lo vierte en versos. Revive el mito y mantiene viva la historia. Como editor, viaja personalmente en cada libro escogido que edita y publica.

Las nuevas ciudades y los comienzos pueden demarcarse hasta con tiras de cuero o con harina, y aunque los pájaros se las lleven en sus picos, siempre estarán las palabras y los versos de los autores como Rodríguez Cañada, dispuestos a rescatarlas.

Tengo en las manos y a medio camino el reto y la honra de escribir una reseña literaria a este hermoso Cuaderno. Ojalá pudieran leerla luego de disfrutar el libro. Entonces quisiera producir un efecto similar al de los sainetes que en algunos teatros se representaban después de una tragedia o drama a fin de calmar las impresiones violentas que la pieza hubiese podido causar. Este extraordinario Cuaderno tiene el poder de excitar nuestros sentidos, quisiera yo que esta reseña fungiera entonces como sainete. 

Las palabras finales, esas que siempre han tenido un efecto importante. Las últimas palabras de alguien que fallece son invaluables. La última comida de un condenado a muerte se comenta hasta en los periódicos. El último consejo de un padre desfalleciente se escucha con fervor. El último de los poemas de este Cuaderno es el que contiene más versos y es porque veinte años de aventuras lo ameritan. Sin embargo, y fiel al principio del uróboro, exactamente como la serpiente que se muerde la cola, vamos al principio. A la frase que motiva esta pentalogía: «Audentes fortuna iuvat», fortune favors the brave, la fortuna favorece a los valientes. Palabras de Publio Virgilio Marón, el inmortal poeta romano autor de La Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas. Dante Alighieri consideraba a Virgilio como su maestro y lo usó como su guía en La Divina comedia a través del infierno y del purgatorio.

«Fortuna favet frotibus» también fueron las últimas palabras de Plinio el Viejo, antes de dejar el puerto de Pompeya para ir a rescatar a la población de la erupción del Vesubio en el 79 d. C. Y son las primeras que usa nuestro autor para inaugurar este Cuaderno como poema pórtico que justifica la obra.

«Virtutis fortuna», «fortuna eruditis favet», «a sorte protege os audazes», «fortune favors the bold», «la suerte se inclina por los fuertes». Distintas traducciones y formatos para una frase que ha servido de divisa para regimientos marinos, aéreos y terrestres del mundo entero. Familias las han usado en sus escudos de armas, las universidades las exhiben en sus puertas. Barcos y aviones las llevan en sus alas o sus vientres de acero.

Una frase que motiva e inspira al reto y al coraje; ingredientes indispensables no solo para defender una patria o lanzarse a una guerra, sino también para atreverse a escribir y crear.

Los viajes de Ulises representan el final perfecto. La aventura, el riesgo, la sed de vida. Este Cuaderno mediterráneo se convierte así en un manual del creador. Lanzarse al mar y fundar una ciudad como la reina Elisa Dido, o creer en los sueños y fundar otra tan grandiosa como la de Alejandro, o atreverse a erigir lo que no se encuentra y hacer de lo imposible una Galatea.

Si no encuentras la belleza perfecta, / puedes forjarla con tus propias manos; / si a tu desazón no hallas consuelo, / construye un mundo paralelo al real y atrévete a vivir un imposible. (Basilio Rodríguez Cañada, Cuaderno mediterráneo, verso final de «Pigmalión y Galatea»).

Los romanos sembraron el suelo cartaginés con sal para que no brotara planta alguna. Ulises tuvo que demorar su ansiado regreso y perdió a todos sus hombres, enfrentados a peligros sin tregua. Elisa se inmoló en el fuego. Hechos condenatorios y difíciles que no hicieron sino encender el poder del mito. En los terrenos salados brotan versos y sabiduría. En los viajes de Ulises se permitió el encuentro, la aventura, el peregrinaje. Ingredientes todos para la literatura universal y alimento de musas.

Constantino Cavafis nos dice en su poema «Ítaca»: «Cuando te encuentres de camino a Ítaca, / desea que sea largo el camino, / lleno de aventuras, lleno de conocimientos. / … Y si pobre la encuentras, Itaca no te engañó. / Así, sabio como te hiciste, con tanta experiencia, / comprenderás ya qué significan las Ítacas».

Ítaca como origen y como destino. Volver a casa renovado. El viaje que enriquece. La búsqueda eterna de nuestro autor, Basilio. Desde su pueblo en Extremadura hasta los confines del mundo y de regreso. Siempre el regreso. Tal y como lo asevera el poeta T. S. Eliot: «And at the end of all our exploring will be to arrive where we started and know the place for the first time».

Y ya acercándome al final de esta reseña y basándome más en mi propia experiencia que en mis artes de pitonisa y sacando esta conclusión por el estado de regocijo y el aprendizaje experimentado con estos versos, me atrevo a pronosticar que este Cuaderno será consultado por maestros y leído por sus alumnos. Será igualmente alimento de amantes e inspiración para creadores.

Termino esta reseña sin realmente finalizarla, pues estos cinco poemas no concluyen aquí. Cada uno de ellos produce ecos que se expanden haciendo imposible atraparlos con cierre alguno.