Por temas de logística, horarios y demás, lo que nos viene mejor para empezar la visita a Nuremberg es ir en primer lugar a recorrer las instalaciones de lo que en tiempos era la sede de las concentraciones del partido nazi (Reichsparteitagsgelände), que están a las afueras de la ciudad, exactamente a unos 4 kilómetros del centro histórico.
Destaca en el complejo su Dokumentationszentrum (centro de documentación). La entrada cuesta 5 euros, en los que está incluida la audioguía (disponible en varios idiomas, entre ellos español), y el horario de apertura es de 9 a 18 de lunes a viernes, y de 10 a 18 sábados y domingos. Los interesados en todo lo referente a la Segunda Guerra Mundial, en especial en Alemania, no se lo deben perder.
Tras echarle un corto vistazo al edificio, nos dirigimos hacia el centro histórico y buscamos un sitio donde dejar el coche, ya que el resto de la visita la haremos a pie. Aparcamos muy cerca de Marktplatz y, guía en mano, nos disponemos a empezar nuestro recorrido turístico por el casco histórico de Nuremberg.
Muy cerca de St Sebalduskirche, siguiendo las indicaciones hacia la Rathausplatz, nos encontramos con el edificio del Altes Rathaus (ayuntamiento antiguo), enorme y de estilo renacentista. En su interior tiene una cárcel medieval, pero decidimos no visitarla porque ya tenemos previsto ir al Museo Medieval del Crimen de la ciudad de Rothenburg, unos días después. El ayuntamiento se puede visitar de 10 a 16'30 de martes a domingo (de abril a octubre) y de 10 a 16'30 de martes a viernes (de noviembre a marzo); el precio de la entrada es de 2 euros.
Dejamos atrás Hauptmarkt y subimos una cuestecilla, la de Burgstrasse, bastante pronunciada (bueno, o era pronunciada o es que yo estoy en baja forma, porque llegué arriba del todo con la lengua fuera; y el caso es que una vez arriba, tampoco parecía que fuese para tanto). Paramos un momento en una explanada que hay, con unos cuantos arbolitos, para coger un poco de aire (sobre todo yo) y echarnos unos tragos de agua.
La entrada sencilla vale 5 euros; si se incluye el museo, 6 euros; y si sólo se quiere visitar el pozo y la torre, 2 euros. En su parte sudeste, el castillo tiene unos jardines con unas vistas preciosas sobre la ciudad; la entrada a los jardines es gratuita, y es lo único que visitamos nosotros. Después me enteré de que en alguna parte del castillo hay un pozo con una bandera de España, por lo visto de la época de Carlos I, pero nos quedamos sin verla; aunque siempre está bien dejarse cosas, así tienes excusa para volver.
Nuremberg ha supuesto una grata sorpresa. Como la primera impresión que nos llevamos de la ciudad fue la sede de las concentraciones del partido nazi, formada por esas construcciones gigantescas, no esperábamos que el centro histórico fuera tan diferente, ni tan sorprendente, ni tan medieval. Ahora nuestros pasos se dirigen hacia Bamberg, de la que nos separan 62 kilómetros.
Fotografías: Juan Martínez Jarque