Hay quien dice que Bamberg es una de las ciudades alemanas más bonitas, y de hecho ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Está construida sobre siete colinas, por lo que algunos la conocen con el sobrenombre de "la Roma de Franconia". Esta ciudad también es famosa por su Rauchbier (cerveza ahumada).
Atravesando uno de los puentes que hay sobre el río, llegamos al casco antiguo (Altstadt) de la ciudad, que es donde dicen que radica el encanto de Bamberg, debido a la cantidad de edificios históricos, la mezcla de estilos arquitectónicos y la casi inexistencia de construcciones modernas. En su parte noroeste hay muchas casas típicas, con vigas de madera entramadas, que están situadas junto al río y por ello han hecho que esta zona sea también conocida como Klein Venedig (pequeña Venecia); además, el casco antiguo nos sorprende por la cantidad de gente que hay y por el ambiente tan bullicioso. No lo sabemos con seguridad, pero nos da la sensación de que lo mismo están preparando la Oktoberfest con un poco de antelación, porque al callejear por allí nos encontramos con un montón de puestos callejeros de comida y cerveza.
Después nos dirigimos, por una cuesta muy larga y muy empinada (bueno, en realidad mi percepción de las cuestas es un poco subjetiva; con esto de estar en baja forma las veo peor de lo que son en realidad...), hacia el Kloster St Michael (monasterio de San Miguel), un antiguo monasterio benedictino que en la actualidad se ha rehabilitado como asilo de ancianos y que, por cierto, es uno de los que cita Adso de Melk en El nombre de la rosa.
Todo el exterior del monasterio está rodeado por unos jardines preciosos y realmente bien cuidados, y cerca hay una terracita que tiene pinta de ser super pija, viendo las pintas y los cochazos de la gente que está allí tomando algo. Damos la vuelta a todo el perímetro del monasterio y, nuevamente, nos encontramos con otro sitio desde el cual hay unas vistas estupendas de toda la parte antigua de la ciudad.
Llegamos de nuevo a la plaza de la catedral, y damos un pequeño rodeo por el Museo de la Historia, que está justo al lado. Eso sí, ya han cerrado y no podemos verlo por dentro. Para terminar nuestra visita a Bamberg, decidimos pasear un poco por el casco antiguo, por las calles en las que antes habíamos visto todas esas cervecerías ambulantes que tanto nos habían llamado la atención. El ambiente es aún más animado que a nuestra llegada a la ciudad.
Volvemos a buscar nuestro coche, al otro lado del río, y nos disponemos a regresar a Maguncia; nos separan de nuestro campamento base unos 244 kilómetros, así que decidimos tomarnos el viaje de vuelta con calma. Dejamos Bamberg con la sensación de haber visitado una ciudad con mucho encanto, y totalmente recomendable para recorrerla caminando. Al día siguiente, es Kassel quien nos espera...