Lunes 24 de agosto. Después de la visita a Coblenza y al monasterio de El nombre de la rosa, nos dirigimos hacia Rüdesheim, una ciudad pequeñita (con unos 10.000 habitantes) que se encuentra a orillas del Rin, en su margen derecha si miramos desde Maguncia en dirección a Coblenza. Desde allí está a unos 65 kilómetros, así que en menos de una horita hemos llegado.
Después de dejar el coche en uno de los aparcamientos que hay al aire libre (que por cierto, no nos enteramos bien de lo de las horas y le echamos al parquímetro más pasta de la que tocaba; en fin...), decidimos empezar el recorrido por Drosselgasse, la calle más famosa de Rüdesheim. Se trata de un callejón tan pequeño que casi parece un túnel, con letreros por todas partes y multitud de bares llenos de gente y con la música a toda pastilla. Hace muchos años que no voy a Benidorm, pero esta zona me lo recordó, porque como no hablo alemán no tengo ni idea de lo que decían las canciones que se podían escuchar en los baretos, pero por los soniquetes me pareció que en cualquier momento se pondrían a sonar "La barbacoa", "El chiringuito" o similares.
En la parte superior de Drosselgasse tenemos Oberstrasse, otra de las calles principales de la ciudad. Esta calle también está llena de sitios donde comer y beber, y además en ella encontraremos toda clase de tiendas de recuerdos; parece la invasión de los relojes de cuco... Eso sí, si estás interesado en comprar alguno tendrás que espabilar, porque incluso en verano hay tiendas que a las 6 de la tarde ya están echando el cierre.
Para ver todo mucho mejor desde las alturas, decidimos subir a Niederwald Denkmal, un monte situado junto a los viñedos. Podemos subir por los caminos que se encuentran entre las viñas (todos ellos están marcados), o bien coger el teleférico hasta la cima. Nosotros cogemos el teleférico, que nos cuesta 6,50 euros ida y vuelta. Una vez arriba, en el chiringuito donde se coge el funicular para volver a bajar, hay una pantalla en la que puedes ver la foto que te han hecho mientras subías. Nosotros no la compramos porque la verdad es que es demasiado pagar 7 euros por una foto... Además, no sé si es que estábamos contemplando el paisaje o qué, pero se nos ve a los dos mirando pa Cuenca y casi ni se nos reconoce, así que pasamos.
Al llegar arriba del todo, podemos dar un voltio por el parquecillo que hay, con bosque incluido, desde el que se tienen unas vistas estupendas de toda la ciudad y del Rin. También allí nos encontraremos con Germania, un monumento enorme (mide 38 metros de altura) que conmemora la creación del Reich alemán en 1871. La figura central del monumento es precisamente Germania, como representación del pueblo alemán. En su mano derecha sostiene una corona, y en la izquierda una espada. La inscripción que se encuentra en el pedestal del monumento dice lo siguiente: "ZUM ANDENKEN AN DIE EINMUETHIGE SIEGREICHE ERHEBUNG DES DEUTSCHEN VOLKES UND AN DIE WIEDERAUFRICHTUNG DES DEUTSCHEN REICHES 1870-1871."; es decir, "En memoria de la victoria del pueblo alemán y de la restitución del imperio germánico 1870-1871". Parece ser que algunos interpretan esto como un mensaje contra los invasores franceses.
Después de estar un rato por allí, cogemos de nuevo el teleférico para volver a bajar al centro, y una vez ahí paramos otra vez en Drosselgasse para sentarnos en una de las Biergarten a tomarnos un refrigerio; es que parece mentira el calor que pasamos en este viaje. Para que luego digan que en Alemania no hace sol, que el día del crucero por el Rin volvimos con la cara como dos mapaches...
Y con esto y un bizcocho, termina nuestra visita a Rüdesheim. La cosa ha sido breve, pero es que tampoco da mucho más de sí. Volvemos hacia casa (estamos casi al lado, a unos 34 kilómetros) y nos acostamos pronto, que al día siguiente toca madrugar para ir hasta Rothenburg ob der Tauber; según nos han dicho, es una de las ciudades más bonitas de toda Alemania...