De todas formas, una vez arriba vemos que ha merecido la pena el esfuerzo, no sólo por las vistas de la ciudad sino por el recorrido que podemos hacer en el templo. Además el santuario es lugar de peregrinaje, así que se supone que al ir subiendo las escaleras experimentamos la Pasión de Cristo y nuestra recompensa por el esfuerzo es llegar al templo de Dios, que se encuentra en la cima de la colina.
Después de buscar un sitio donde comer, que ya va siendo hora, nos encaminamos en dirección a otra de las ciudades en las cercanías de Oporto; se trata de Viana do Castelo. Aquí nos dedicamos a callejear un poco, pero nuestra visita a la ciudad es bastante breve.
Al igual que al santuario del Bom Jesús, al de Santa Luzía también se puede subir en funicular, aunque nosotros optamos por ir en coche y dejarlo justo en la explanada que hay a la entrada. Allí hay además algunos puestos callejeros donde podremos comprar recuerdos, si nos apetece.
Este templo se construyó en el siglo XX, al parecer a semejanza del de Sacre Coeur francés, y su exterior es simplemente espectacular.
Por último, y después de esta breve visita a Viana do Castelo, nuestra última parada de hoy será Guimaraes. Además de callejear un poco por la ciudad, lo que vamos a visitar allí son dos cosas: por un lado el castillo de San Miguel, construido en el siglo X para defender de los ataques el monasterio que se encontraba allí.
En segundo lugar, visitamos también el palacio de los Duques de Braganza, una casa señorial del siglo XVI que fue la residencia de Afonso, Conde de Barcelos (posteriormente Conde de Braganza, de donde toma su nombre el palacio). Este edificio, Monumento Nacional, se puede visitar ya que fue transformado en museo para exponerlo al público. Me llamaron la atención unos tapices que me resultaban familiares, hasta que descubrí que son copias de los que vi una vez en la iglesia parroquial de Pastrana, en Guadalajara.
La exposición me gustó mucho, pero lo que más me llamó la atención de este palacio fue el patio que tiene en el centro. No sé si es que tenía el día friki o qué, pero me recordó muchísimo a la entrada del castillo dorado de Meduseld, que también aparece en El señor de los anillos; cosas que pasan...
Al día siguiente volvíamos de nuevo a España, esta vez pasando por la provincia de Salamanca.