Cuadernos navideños: Castro Urdiales y Laredo

Por Esperanza Redondo Morales @esperedondo


Jueves 31 de diciembre de 2009. Como siempre, nos levantamos temprano para aprovechar más el día; que además hoy nos toca estar fuera más tiempo porque Javieruco no quiere que aparezcamos por nuestra casa rural hasta que él nos tenga lista la cena de Nochevieja... Así que decidimos para alargar más este día ir a los dos sitios que nos pillan más lejos de Viveda (donde está nuestro alojamiento): Castro Urdiales y Laredo.
Lo primero que nos llama la atención en Castro Urdiales es lo difícil que resulta encontrar aparcamiento; y eso que estamos en invierno, así que en verano no me quiero ni imaginar cómo estará aquello de gente... Al final nos tocó irnos a un descampado a las afueras, donde vimos que había más coches, y desde allí ir andando hacia el centro, lo que se conoce como puebla vieja.
La puebla vieja de Castro Urdiales es de origen medieval, y la mayoría de los lugares y monumentos de interés están prácticamente pegados al mar, por lo que la mejor manera de recorrer la ciudad es yendo paralelos al paseo marítimo, de una punta a la otra. Así podremos ir viendo todo.Si nos ponemos de frente al paseo marítimo y empezamos por nuestra izquierda, lo primero que veremos es el puente medieval, también conocido como "puente romano" o "puente viejo", que está junto al puerto. Además, hace también de pasarela entre el puerto y el faro. El faro del castillo de Santa Ana se construyó durante los siglos XIII  XIV y es de planta pentagonal. Se encendió por primera vez en 1853, mientras reinaba Isabel II. El edificio es bonito, de piedra y más que un faro parece un castillo medieval; pero han puesto un ascensor que va por fuera, y la verdad es que queda como un pegote esa estructura tan moderna, de vidrio y metal, entre tanta piedra... Supongo que a quienes les guste la mezcla de estilos no les importará, pero a mí me pareció un poco feo, la verdad.
Junto al faro y el castillo veremos la iglesia de Santa María de la Asunción, de estilo gótico y construida entre los siglos XIII y XV, por orden del rey Alfonso VIII de Castilla. Cuando la vimos desde abajo, estando junto al puente medieval, lo primero que me vino a la cabeza fue "esta es la catedral del mar": por su construcción y su tamaño tiene pinta de catedral, y además se ve desde todos los puntos de la ciudad. Sin embargo no lo es, aunque sorprende que sea tan grande para lo pequeño que debía de ser Castro Urdiales en la época en que esta iglesia se construyó. Eso sí, lo de catedral del mar creo que le viene que ni al pelo, porque desde la barandilla de piedra que la rodea se ve el mar justo abajo, y seguro que cuando haya oleaje fuerte el agua subirá hasta ella casi seguro... A su lado se conservan algunos restos de otra iglesia más antigua, de estilo románico. Esta iglesia, junto con el faro y el puente medieval, conforma el conjunto monumental de Castro Urdiales.Si continuamos por el paseo marítimo hacia el otro extremo, veremos entre otras cosas el ayuntamiento, que fue construido en el siglo XVI, aunque en siglos posteriores se llevaron a cabo en él algunas modificaciones. Su torre del reloj, que es uno de los elementos más destacados del edificio, data del siglo XIX. A continuación están en palacio y castillo de Ocharán: el palacio se construyó a imitación de las villas italianas, está decorado con azulejos vidriados y su pórtico tiene unas elegantes columnas. El castillo, por su parte, es de estilo neogótico, y fue construido a principios del siglo XX.
Y por último, al final del paseo, llegaremos a la playa de Brazomar, que es la más visitada, ya que sus aguas son tranquilas debido a que forma una bahía y está bastante recogida. Junto a ella está el solarium de Don Luis, y al final de esta playa hay un parque bastante bonito y muy grande; la verdad es que si no llega a ser porque ese día nos hizo un poco de aire, habría sido el lugar ideal para llevar los bocatas y una manta y hacer un picnic allí mismo. En Castro Urdiales también hay otras playas como la de Ostende, el Pedregal, Mioño, el Pocillo, Oriñón y Sonabia), pero nosotros desde Brazomar nos fuimos a coger de nuevo el coche para dirigirnos a Laredo y pasar allí la tarde.
Después de buscar un sitio por el camino para comer, llegamos a Laredo a media tarde y en este caso no lo tuvimos tan complicado para aparcar, ya que pudimos encontrar sitio fácilmente muy cerca del paseo marítimo. Desde allí nos recorrimos todo andando, como siempre.
El primer sitio al que fuimos, lógicamente, fue el paseo marítimo, con su ancla tan característica junto a las escaleras. Desde aquí se ve la playa de la Salvé, que tiene algo más de 4 kilómetros de largo y es una de las playas con más afluencia de turistas de todo el litoral de Cantabria (o al menos eso es lo que dicen por aquí). Yo recordaba esta playa porque desde siempre andan rodando por casa de mis padres unas fotos de un verano que pasaron por allí; yo aún no había nacido y después no volvieron a Laredo, así que mis únicos recuerdos eran los de esas fotografías. Sin embargo, cuando llegamos a esta playa fui consciente de la cantidad de tiempo que había pasado desde la visita de mis padres, porque en las fotos no había prácticamente nada construido junto al paseo marítimo, y sin embargo ahora, todo el recorrido de la playa tiene montones de edificios de apartamentos.
Desde aquí nos dirigimos a la zona estrella de Laredo, la puebla vieja, que es donde se encuentran localizados prácticamente todos los lugares de interés que podemos visitar. La mayoría son antiguas casonas, palacios, torres, conventos e iglesias, todas ellas al pie de la de Santa María de la Asunción, y si vamos callejeando las podremos ir recorriendo más o menos en este orden: casa-palacio de Zarauz, reconstruida en 1816 y propiedad de la familia de ese nombre; casa de los Villota, un edificio del siglo XV que ahora se encuentra en ruinas y únicamente conserva parte de su antigua fachada; casa de Gutiérrez Rada, junto a la que se encuentra un famoso huerto de naranjos que formaba parte de esta edificación; iglesia de San Francisco; puerta de Bilbao, que era la antigua puerta de acceso a Laredo y forma parte de la muralla medieval; capilla del Espíritu Santo, casa de los Alvarado y casa de Revellón; y por último la iglesia de San Martín, la más antigua de Laredo; y la muralla, construida en la época medieval.
En el punto más alto de la puebla vieja encontraremos la iglesia de Santa María de la Asunción, junto a la cual sale un camino que nos lleva a la atalaya; después de andar aproximadamente un kilómetro, llegaremos al fuerte del Rastrillar (construido entre los siglos XVIII y XIX como protección frente a los ataques de barcos enemigos) y a los miradores de la Caracola y la Rosa de los Vientos, desde los que hay unas vistas estupendas de Laredo y de su enorme playa. Al final de ella, separada de Laredo únicamente por el espigón, está la localidad de Santoña. Aquí aprovechamos, en uno de los banquitos que había en los miradores, para tomarnos un tentempié. Lo malo es que al poco rato de estar allí empezó a hacer aire y después de darnos una vuelta por la zona tuvimos que volver a bajar. Pero el paseo estuvo bastante bien.
A última hora, cuando Javieruco nos llamó para decirnos que ya teníamos la cena lista y que podíamos volver cuando quisiéramos, pusimos rumbo de nuevo a Viveda. La cena de Nochevieja fue espectacular; no se me ocurre otra palabra mejor para describirla, ni para terminar el año con mejor pie...
Fotografías: Juan Martínez Jarque.