Aunque llevábamos una pequeña guía que habíamos hecho con las cosas principales que ver, nos acercamos a la oficina de turismo para pedir un plano. La chica que nos atendió nos señaló el lugar en el que nos encontrábamos y nos indicó que, de todos los lugares de interés, los únicos que no se podían visitar eran el capricho de Gaudí y la universidad Pontificia, ya que ambos llevaban algún tiempo cerrados por obras. También nos explicó que la mejor manera de verlo todo era a través de dos rutas marcadas en el plano: la ruta monumental y la ruta modernista. Lógicamente, las dos rutas se van solapando, así que nos pareció que lo más cómodo era llevar el plano a mano e ir marcando en él los lugares que íbamos viendo, independientemente de la ruta a la que pertenecieran. Yo los iré poniendo en el orden en el que los vimos.
Se puede pasear libremente por los jardines del parque, pero para acceder al interior, tanto del palacio como de la capilla, sólo se puede hacer mediante visita guiada. El precio de la entrada es de 3 euros para cada uno de los edificios, y las visitas son cada media hora, desde la primera a las 10'30 , hasta la última a las 14'30. Esto en teoría, porque nosotros tuvimos un pequeño problema logístico... Como llegamos a Comillas temprano, pensamos hacer la visita a la primera hora. Cuando nos acercamos a Sobrellano eran casi las 11, pero vimos que la verja de entrada estaba cerrada con un candado, y la taquilla no sólo estaba también cerrada, sino que daba la sensación de que por allí hacía años que nadie pasaba ni limpiaba; vamos, que parecía como si estuviera aquello abandonado. Como en la oficina de turismo nos dijeron que la última visita era a las 14'30, decidimos ver el resto de cosas y dejar Sobrellano para el final. Lo malo es que se nos hizo tarde y cuando volvimos a pasar eran las 14'40, así que ya no pudimos entrar. Eso sí, nos fijamos en que la verja ya sí estaba abierta, y los cristales del edificio de la taquilla completamente relucientes. Así que no hemos conseguido resolver el misterio de si es que tuvimos una visión a primera hora o qué, porque entre que era más o menos temprano, no había casi gente y estaba todo en silencio, y para remate aquello cerrado y la taquilla "abandonada", parecía que en cualquier momento iba a aparecer por allí un grupo de zombies sedientos de sangre humana...
Un poco más adelante se encuentra el monumento al marqués de Comillas, al que los vecinos quisieron homenajear, como gran benefactor de la localidad que fue. Para ello se encargó una estatua que se encuentra situada en lo alto de una loma. Las vistas desde el monumento son estupendas y el marqués está justo en el borde de la loma, así que si no os importa que os salga en las fotos dándoos la espalda mejor, porque para inmortalizarlo de cerca no hay otra manera. Frente al monumento se encuentra El Duque, un palacete que se construyó como residencia del duque Almodóvar del Río, de ahí su nombre. Al contrario que otras construcciones, de estilo indiano, en El Duque se aprecia perfectamente la influencia de la arquitectura inglesa. Merece la pena verlo, es un edificio precioso.
Después seguimos caminando un poco más y llegamos a un edificio que fue construido y costeado por varios vecinos, en principio para albergar la cárcel de la villa, aunque actualmente se ha reformado para convertirlo en albergue para aquellos peregrinos que hacen el Camino de Santiago o la Ruta de Santo Toribio. De hecho, justo frente a este edificio vimos una señal muy curiosa que indicaba las distancias desde Comillas a Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana.
También pasamos un rato caminando por todo el casco antiguo, donde pudimos ver entre otras cosas el Ayuntamiento antiguo, un edificio cuadrado sostenido por arcos en tres de sus fachadas, por lo que es posible pasar bajo ellos; la iglesia de San Cristóbal, en la cual se venera al Cristo del Amparo, que es el patrono de los pescadores. Fue construida gracias al dinero y al trabajo de los vecinos (parece que los comillenses eran muy apañados, porque ya hay más ejemplos de cosas que se animaban a construir o a remodelar); y la fuente de los tres caños, que también funciona como farola, y está situada en la misma plaza del ayuntamiento nuevo, así que pasaréis por ella si vais a la oficina de turismo. Fue dedicada a Joaquín del Piélago, vecino de Comillas, que fue quien financió la traída de aguas a la localidad.
Desde aquí volvimos a recoger el coche y nos dirigimos a las afueras de Comillas, concretamente a La Coteruca, una casa situada en lo alto de una colina, mirando al mar. Nos costó un poco de trabajo llegar, porque llegaba un momento en el que las indicaciones se perdían. Al final lo conseguimos, pero lo poco que pudimos ver (los restos de las torres y la muralla, ya que el resto fue destruido durante la Guerra Civil) fue sólo desde fuera, porque en la actualidad ha sido rehabilitado como edificio de apartamentos y hay carteles por todas partes en los que se indica bien claro que es una propiedad privada y está prohibido el paso. Muy cerca de aquí está el Asilo-hospital de Comillas, que fue construido en 1888 y recuerda un poco en sus formas al palacio de Sobrellano, aunque algo más animado debido a sus colores: rojo y blanco. En la actualidad sigue funcionando como asilo para ancianos, así que únicamente se puede ver por fuera.
Tras abandonar Comillas y viendo que se nos pasaba la hora de comer, decidimos hacer un alto en el camino y dirigirnos después hacia San Vicente de la Barquera, para rematar nuestro primer día por tierras cántabras.
Fotografías: Juan Martínez Jarque.