Como siempre, buscamos un sitio donde dejar el coche; al final hubo que meterlo en un aparcamiento privado, cerca del barrio pesquero, porque había bastante gente y no fuimos capaces de encontrar sitio en la calle. Pero al menos nos quedamos tranquilos de que el coche iba a estar "bien atendido" durante todo el rato que estuviéramos por la ciudad. Desde el aparcamiento hicimos todo el trayecto andando hasta el extremo opuesto de la ciudad, donde se encuentra el cabo Mayor; y después hicimos el mismo camino en dirección contraria (este recorrido son unos 10 kilómetros en total).
El primer lugar por el que pasamos fueron los jardines de Pereda, que fueron inaugurados en 1905 en homenaje al escritor cántabro. En las proximidades del parque y los jardines hay una oficina de turismo, a la que aprovechando pasamos para que nos dieran un plano de la ciudad; además, en esta misma zona tenemos uno de los puntos de alquiler de bicicletas de Santander.
Un poco más adelante pasamos por el Museo Marítimo del Cantábrico, que estuvo cerrado durante una buena temporada y fue inaugurado de nuevo en 2003. Es uno de los museos más importantes de España en cuanto a la difusión del patrimonio marítimo del Cantábrico, y sus fondos incluyen las secciones de biología marina y acuarios, etnografía pesquera, historia marítima y tecnología marítima; nosotros no llegamos a entrar, pero si os apetece, el precio de la entrada es tan solo de 6 euros.
Una vez que llegamos al paseo de la Reina Victoria, lo seguimos hasta el final y llegamos a la península de la Magdalena. Es un parque bastante grande, y se encuentra situado en una zona que en la antigüedad era el punto más estratégico de Santander. Antes, esta zona no tenía árboles, pero con Alfonso XIII fue repoblada completamente. La península se puede recorrer siguiendo los caminos que encontramos marcados en ella, y que suman un total de casi 3 kilómetros; si no nos apetece caminar, podemos disfrutar de este recorrido en el tren turístico magdaleno, que además de darnos el paseo nos va contando cosillas sobre el recorrido.
Otro lugar que se encuentra cerca de aquí, aunque no pudimos visitarlo porque a pesar de ser la entrada gratuita, hay que concertar la visita con la oficina de turismo, es la biblioteca y casa de Menéndez Pelayo, uno de los edificios más significativos de la arquitectura montañesa, construida en 1876 y de influencia francesa; el interior, decorado prácticamente igual que en la época en la que Menéndez Pelayo vivía, tiene diversas estancias que incluyen desde el despacho de don Marcelino hasta la sala de lectura y el depósito de libros, así como el comedor, la sala de estar y la cama en la que murió.
Por supuesto, ni que decir tiene que las playas de Santander, desde el museo Marítimo del Cantábrico, hasta el faro de Cabo Mayor, son numerosísimas; algunas de ellas, además, están incluidas entre las más limpias de España. Yendo desde un extremo a otro del paseo marítimo, las playas que encontraremos son: la de los Peligros, la de la Magdalena, la de los Bikinis, la del Camello, la de la Concha, las del Sardinero, la de los Molinucos y la de Mataleñas.
Y con esto terminó nuestra visita a Santander. Al día siguiente nos esperaban Castro Urdiales y Laredo...
Fotografías: Juan Martínez Jarque.