Hace pocos minutos mis dos pequeños se han dormido la siesta. Que lo hayan hecho a la vez no es fácil, os lo aseguro. Cuando somos pequeños, un mes es un mundo y un año un universo. Así que cuadrar las rutinas de un niño de tres años con las de una niña de un año, no siempre es fácil.
Cuando sólo tenía a mi hijo mayor era más sencillo. A pesar de que los ritmos los van cambiando a medida que van evolucionando y lo que hacían ayer hoy dejan de hacerlo o lo hacen un poco más tarde, con un solo niño podía destinar el cien por cien de mis esfuerzos a intentar seguir sus horarios.
Cuando llegó la pequeña, como era un bebé de poco más de dos kilos que sólo comía y dormía pues poco se podía hacer más que dejarla en el moisés cuando dormía y cogerla para darle el pecho cuando tenía hambre. Por eso creo que su hermano mayor no fue muy consciente de su llegada ni tampoco desarrolló ningún tipo de celos extraños. Además, la niña era tan pequeña que podía darle el pecho incluso de pie, con una mano, mientras hacía otras cosas.
Pero aquel bebé fue creciendo hasta que se ha convertido en una niña de más de un año que ya requiere su atención y sus horarios más marcados. Y como decía antes, con diferencias de años, los niños a esta edad no hacen lo mismo a la vez. Así que después de sufrir algún que otro descalabro tal como que cuando uno está dormido, el otro se me despertaba o cuando el mayor tenía hambre la pequeña quería dormir, he decidido ajustar los dos horarios. Porque tampoco me parecía justo que como el mayor ya es mayor se tuviera que fastidiar siempre. Entonces sí que creo que hubiera tenido celos. A modo de ejemplo: la pequeña siempre quiere hacer la siesta a las doce pero el mayor, evidentemente, a esa hora aún no ha comido. Pues lo que hago es dar de comer primero a la pequeña, la aguando no más de media horita mientras el mayor come. Así llegamos a las 12.30h – 13h teniendo a los dos comidos. La pequeña se duerme al segundo y el mayor no se queja por irse a dormir a esa hora aunque seguramente lo haría más tarde, como hace en el colegio. Estirando de uno y de otro, ninguno de los dos se perjudica totalmente y poco a poco se irán amoldando el uno al otro.
Creo que de este modo, mi hijo mayor tampoco ve como un problema que yo tenga que estar con la pequeña porque no le altera sus ritmos vitales básicos. Pero de los celos hablaré otro día.