Esmeralda García Ramírez
El capitalismo se ha modernizado al compás del desarrollo de las luchas revolucionarias y anticoloniales, su dominación hoy día es más compleja que en el pasado, tanto a lo que se refiere a sus medios de control ideológico como de represión material, al control de las crisis económicas. A esto se le puede agregar que las desviaciones en el seno del movimiento obrero tienen ya una larga historia y que en ellas se han formalizado varias generaciones de la clase obrera y las masas que existen en el período. Parece innecesario insistir en las características de una revolución, en su originalidad, la razón de ser en cada pueblo que ha tenido que hacerla. En cada pueblo donde se ha materializado una revolución, un cambio, ha habido rasgos de espontaneidad particulares, distintos unas de otras. Nuevos simpatizantes, cuadros, organizaciones se fueron sumando poco a poco a la frágil estructura orgánica de esos movimientos hasta constituir el desbordamiento de masas que caracteriza la revolución. Así pasó en China, Cuba y hasta en la Venezuela con Chávez. En este último caso, al comandante Chávez, a pesar de contar con su equipo de trabajo, no le fue fácil porque aún no estaba rota la vieja estructura del sistema capitalista. Él marcó el cambio para hacerlo, pero la organización y coordinación no fueron suficientes, de ahí la razón del Golpe de Estado en el año 2002 y seguidamente el paro petrolero; sin embargo estos aspectos fueron el preludio del cambio en la estructura política, económica y social del país. Chávez trató de desarrollar cuadros intermedios, comprometidos con esos cambios, para afrontar las nuevas responsabilidades que se le avecinaban. Posteriormente, algunos de esos cuadros le traicionaron, así como al proceso revolucionario, algunos huyeron del país como ladrones y traidores; otros se apartaron del camino hacia la revolución y se codean con la derecha, hasta piden elecciones presidenciales o la renuncia del presidente Maduro; otros se mantienen en el poder político y ostentan cargos en el gobierno, como ministros, diputados o gobernadores, aprovechando las mieles del poder, pidiendo la conformación de una nueva clase social “burguesa revolucionaria” y pactos flexibles con la burguesía empresarial venezolana y la derecha.
La crisis que vive Venezuela no solo se le puede imputar a los gobiernos ilegítimos de los EE.UU., pues hay problemas a lo interno del gobierno que han afectado el manejo de la crisis y no se puede ocultar. El eje central de esos errores está en la falta de sentimiento de la realidad en un momento dado; pero la herramienta que faltó, lo que está poniendo en peligro hoy la revolución (desde Chávez y agudizada hoy), fue la falta de cuadros desarrollados, comprometidos, preparados, en todos los niveles, a tal punto que en el presente existe visiblemente una lucha de cuadro revolucionario y cuadro de la “burguesía revolucionaria”. El Ché Guevara definió al cuadro como “un individuo que ha alcanzado el suficiente desarrollo político como para poder interpretar las grandes directivas emanadas del poder central, hacerlas suyas, transmitirlas como orientación a la masa, percibiendo además las manifestaciones que ésta haga de sus deseos y motivaciones más íntimas. Es un individuo de disciplina ideológica y administrativa, que conoce y practica el centralismo democrático y sabe valorar las contradicciones existentes en el método para aprovechar al máximo sus múltiples facetas; que sabe practicar en la producción el principio de la discusión colectiva y decisión, las responsabilidades únicas, cuya fidelidad está probada, y cuyo valor físico y moral se ha desarrollado al compás de su desarrollo ideológico, de tal manera que está dispuesto siempre a afrontar cualquier debate y a responder hasta con su vida de la buena marcha de la revolución. Es un individuo con capacidad de análisis propio, lo que le permite tomar las decisiones necesarias y practicar la iniciativa creadora de modo que no choque con la disciplina. El cuadro es un creador, es un dirigente de altura, un técnico de buen nivel político que puede, razonando dialécticamente, llevar adelante su sector de producción o desarrollar a la masa desde su puesto político de dirección”. El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en su intervención en la Comisión No. 3 del 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba, señaló que lo primero que debe distinguir a un cuadro de la revolución es su profunda preparación ideológica, revolucionaria, ética y profesional, con un enfoque además del medio ambiente.
En este sentido, para cumplir a cabalidad sus tareas el militante revolucionario debe formarse como cuadro en sus más diversos aspectos: ideológica, consiste en el conocimiento y comprensión de los aspectos generales de la teoría Marxista-Leninista, entre otros conocimientos de otras ciencias particulares y de las diversas expresiones de la burguesía burguesa contemporánea; así como política, orgánica, militar, técnica, y moral para superar los vicios y taras con que la sociedad burguesa nos ha transformado. Díaz-Canel delineó 32 características políticas, morales y culturales que debe tener un Cuadro Revolucionario, ninguna de ellas coincide con la de un cuadro de la burguesía revolucionaria venezolana, está en contraposición a todo lo que estos derechistas disfrazados hacen y dicen, a saber: un cuadro debe estar en la primera línea de combate; tener buena preparación ideológica; formación revolucionaria, ética, moral y profesional; comprender el enfoque del problema no solo desde lo económico; capacidad de dirección, de análisis; proactivo, no ser cumpletareas; compromiso e inquietudes revolucionarias; capacidad resolutiva; saber actuar frente a una situación; saber convocar, planificar; ser preocupado y tener sensibilidad; argumentar y dirigir el trabajo político; no debe escudarse y justificarse, ni molestarse cuando le planteen un problema; debe ser modesto y humilde; sobreponer el nosotros al yo; tenacidad y firmeza; plantarse ante el enemigo; tener entereza; buscar mejorar, superarse y superarnos; capacidad de escucha, para debatir de verdad y reconocer si está equivocado; capacidad para pedir consejos; reconocer que nadie es dueño de la verdad absoluta; tener disposición y pasión por la auto preparación; aceptar que el proceso de enseñanza aprendizaje es constante. Yo agregaría la característica No. 33: tener claro que existe una tríada del poder oscuro (capitalismo, religión y esclavitud), la cual no se puede ser parte de ella porque contradice la lucha por la libertad; por lo tanto, cuadro revolucionario que incumpla estos postulados debe ser relegado y suspendido de todo cargo político o de poder en el gobierno.
Nos pretenden convencer de las bondades de las políticas económicas del gobierno, mediante leyes o proyectos procapitalistas que traerán como consecuencia la caída del proceso revolucionario, de la destrucción de los avances sociales que habíamos logrado. Leyes como la Ley Antibloqueo, o la de Zonas Especiales, la imposición del dólar, son una reticencia para entregar al país a la burguesía empresarial, a los que más daño económico le han hecho al país, pero lo peor es el impulso para entregar al país al imperio y a la derecha, en nombre del comandante Chávez y del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI. Si la falla es del partido del gobierno, entonces el partido debe revisarse y reestructurarse, ya que la revolución proletaria no será posible. No es una tarea sencilla; pero si partimos desde Chávez (más de veinte años), hasta hoy, no podemos seguir fallando, a estas alturas debemos estar claros, ser radicales y no permitir que nuevos ricos rojos nos impongan sus tesis capitalistas. Un cuadro revolucionario es auténtico cuando es capaz de crear un “Hombre Nuevo”, cuando ayuda a elevar los niveles de consciencia, y ésta es una tarea inaplazable para lograr la transformación de una nueva sociedad más humanista, necesaria para la construcción del comunismo.
Licenciada en Administración