Aproveché una reunión con la empresa Meta4 (compañía orientada a proveer soluciones tecnológicas en materia de gestión del conocimiento, su principal software es el Knownet), para corroborar mi teoría en relación al límite del conocimiento.
Necesitaba compartir mi pensamiento con alguien conocedor de esta disciplina e inmerso en las organizaciones. Expuse mi conclusión al respecto mediante unos gráficos en papel que sólo Gabriela Perret, manager de Meta4 Argentina, y yo entendíamos. No es de mi interés torturar al lector con esos gráficos complejos, de manera que recurriré a otro ejemplo un poco más claro y con letras en lugar de garabatos.
El futuro es lo que moviliza el desarrollo del conocimiento en las compañías, lo que hay por conocer y aprender implica moverse hacia delante para no quedarse estancado en lo conocido, la evolución y el valor del capital intelectual dependen de ello. Lo conocido está constituido por el conocimiento real que tiene la organización, el capital intelectual que posee en la actualidad materializado en valor de mercado, patentes, procedimientos, know how, invenciones, prácticas, cultura, misión y la manera de hacer las cosas en la actualidad. Este conocimiento real puede ser implícito o explícito, lo importante es que ese conocimiento real está.
Lo que hay por conocer está dotado por conocimientos potenciales. El conocimiento potencial es el conjunto de conocimientos que podemos obtener en un futuro, y de hacerlo, se manifestará en los balances contables, el valor de las acciones, la participación en el mercado, el incremento de patentes, etc.
El conocimiento potencial es el motor que mueve al capital intelectual de las compañías, es lo que las hace evolucionar para no continuar reinventando la rueda.
A su vez el conocimiento potencial está cargado de subjetividades y de fantasías. Para estar seguros de cuál conocimiento potencial hay que perseguir, es necesario alinearlo con la estrategia y los objetivos de la compañía. Si el objetivo de un laboratorio es incrementar en un 5% la participación en el mercado, de nada servirá enfocar el conocimiento potencial en cursos de gastronomía.
La estrategia corporativa tiene un papel importante en este aspecto ya que sirve como brújula para guiar la orientación que le den los recursos humanos al conocimiento potencial. En palabras de Stephen R. Covey: "para un velero sin puerto, cualquier viento es bueno". También es cierto que la brújula en muchas ocasiones está dada por aspectos emocionales o psicológicos que están mas orientados a características humanas motivadas por el deseo.
El deseo ardiente de obtener el conocimiento es una pauta indicadora de que será útil a futuro para desarrollar el capital humano en primera instancia. En ocasiones es difícil explicar por qué se desea obtener el conocimiento. Será difícil entender por qué el gerente contable está interesado en aprender grafología o por qué motivo el director de marketing quiere empezar a estudiar piano.
No nos adentraremos en profundidad sobre aspectos psicológicos que motivan el deseo, simplemente lo vamos a dividir en dos planos, el personal y el profesional.
El conocimiento potencial en el plano profesional es el que nos convoca. Cuando hablamos de aspectos emocionales que motivan al conocimiento, hacemos referencia a una brújula interna que nos guía a través del instinto hacia donde queremos ir.
Los recursos humanos de las compañías, gente como usted, como yo, estamos programados de manera innata a ir hacia delante, caminamos hacia delante, miramos hacia delante, deseamos crecer, desarrollarnos personal y profesionalmente. El ir hacia delante está motivado por las expectativas. Las expectativas son el motor del avance.
Los guardianes del capital intelectual en las organizaciones deben darle valor a las expectativas de la personas ya que son la llave del conocimiento potencial. En todos los casos la tarea es alinear esas expectativas del plano profesional y centrarlas en la brecha fijada por los objetivos y la estrategia de la compañía. El futuro suyo y el de las organizaciones dependerá de ello.
Pablo L. Belly