El ts’uh kúh o tsú-chú pasó a Japón, donde surgiría ya en la era medieval un juego cortesano que fue bautizado como kemari. En este nuevo deporte, la habilidad sustituyó a la fuerza bruta que caracterizaba a los jugadores chinos. Príncipes y cortesanos se reunían en un patio que hacía las veces de campo de juego –mari-no-niwa– para jugar con una pelota –elma-ri– confeccionada con piel de cerdo o de ciervo.
En Corea, concretamente en el reino de Shilla, también surgió hace 1.500 años un juego de pelota como estrategia de entrenamiento militar, el denominado chukkuk.