Partamos de la base de que solamente fracasa aquel que intenta realmente hacer cosas, mejorar, cambiar y evolucionar. Está claro que no siempre alcanzaremos el éxito, sin embargo, el aprendizaje es enorme y nos ayuda a ser más fuertes. El fracasar también ayuda a saber qué personas están ahí con nosotros de manera incondicional y que otras se mueven solo por el puro interés.
Todos hemos suspendido algún examen, nos han rechazado en algún proceso de selección, algún proyecto al que hemos dedicado mucho tiempo no ha salido, nos han apartado de un grupo de personas, entre otras experiencias de fracaso. Esto no significa en absoluto que no valgamos. Lo que sí demuestra es la imposibilidad de conseguir todo cuando nos guste. También existen factores más subjetivos… gustarle a todo el mundo es imposible. Cada uno de nosotros tenemos que buscar nuestro lugar.
Creo que tenemos que decir más a menudo lo siguiente “yo he fracasado en más de una ocasión y os puedo asegurar que sigo siendo igual de válido.” La clave está en aprender y ver en qué has podido fallar si es que algo dependía de ti y si no asumir que los aspectos no controlables siempre pueden jugar a favor o en contra.
Yo he aprendido de los fracasos que no debo rendirme y que tengo que seguir adelante con más fuerza. En algunas ocasiones asumo que no he dedicado todo el tiempo necesario para alcanzar el objetivo, algo que se solventa invirtiendo más tiempo la próxima vez. Otras veces he asumido que determinado trabajo que he presentado no ha gustado y eso no quiere decir que sea malo, simplemente que se depende de la opinión de las personas que te valoran, donde entra las motivaciones personales para evaluar algo. A veces, llegas al final en un proceso de selección con otros candidatos igual de válidos que tú y se decantan por otro perfil por pequeños aspectos o por la intuición del que decide. Esto da rabia, sin embargo, no significa que no seáis válidos, aunque en un primer momento lo penséis. El esfuerzo en muchas ocasiones no se ve recompensando y nos tocará empezar de cero. Lo que vas aprendiendo en la vida es que las cosas al final se consiguen pero no siempre cuando nosotros quisiéramos.
Echo de menos que se celebren congresos sobre el fracaso y que personas exitosas (o no) nos cuenten sus fracasos, errores, cómo los afrontaron, qué aprendieron y cómo salieron de ellos. Qué duda cabe que a nadie nos gusta fracasar o que nos digan no, sin embargo, a todos nos ocurre y callándonos no hacemos nada, debemos hablar sobre ellos y asumirlos. Tampoco será extraño que cuando hablemos de nuestros fracasos haya personas que estén ahí para intentar que nos hundamos. De todo se sale y lo que nunca os podrán quitar serán vuestra motivación, el creer en vosotros y vuestra fuerza interior. El fracaso no está reñido con seguir soñando por intentar nuestros sueños, conseguir nuestros proyectos y mejorar a nivel profesional.
Igualmente, nos encontraremos con aquellos que han fracasado o que no han conseguido sus planes y echen siempre la culpa a los demás, nunca de ellos. Todos, en más de una ocasión, hemos fracasado por no medirnos bien las fuerzas, por no prepararnos bien, por improvisar, por dejarlo todo para última hora, por no estar convencidos o por mil causas más. La cuestión es asumirlo, ser consciente de ese fracaso y, en caso de querer volverlo a intentar, tocará un enfoque diferente y otras formas de intentar hacerlo.
Me gustaría que os respondieseis a las siguientes preguntas: ¿Cuál ha sido vuestro último fracaso? ¿Por qué creéis que ha ocurrido? ¿Qué ha fallado por vuestra parte? ¿Cómo lo podéis reformular? ¿Qué habéis aprendido? ¿A cuántas personas le habéis contado vuestro fracaso? Este tipo de preguntas son necesarias para asumir y afrontar vuestros errores porque ninguno somos perfectos.
Luego por otro lado a veces determinados fracasos pueden convertirse en éxitos de las formas más inesperadas. Personalmente, en más de una ocasión, he recibido negativas a proyectos propuestas que después han conseguido que surjan otros sin que uno lo espere. También algunos éxitos no son tan grandes como parecen.
Lo que cada vez tengo más claro es que conseguir el éxito conlleva esfuerzo, enfoque, paciencia, motivación, ignorar lo que nos dicen los demás y ser flexibles. Muchas veces es cuestión de saber replantearnos nuestras metas y de priorizar. No se puede conseguir todo a la vez. Habrá que decidir, porque todo a la vez no se puede alcanzar, estableciendo nuestro calendario anual de prioridades y tener clara la prioridad. Esto hará que evitemos que nos frustremos en más de una ocasión.