Revista Opinión

Cualquier pais que, como españa, exija a sus ciudadanos trabajar la mitad de sus vidas para el estado es una tiranía

Publicado el 05 julio 2013 por Franky
Cualquier país en el que sus ciudadanos tengan que trabajar la mitad del año, que es lo mismo que decir la mitad de tu vida, para el Estado, es lo más parecido al esclavismo. Sobre todo cuando vemos como se utiliza nuestro dinero, un dinero que bien podríamos gestionar nosotros mismos en nuestra familia, en primer lugar porque es nuestro y en segundo lugar porque tener que aguantar que lo que le quitamos a nuestros hijos va a parar a una cantidad ingente de parásitos me parece un insulto a la inteligencia y una de las peores tiranías.

Hemos idolatrado a la democracia como si en nombre de ella se pudieran hacer todo tipo de tropelias como esta de trabajar la mitad de nuestra vida para el Estado, para parásitos en su mayoría que han creido que es una obligación estar a sus ordenes gestionen como gestionen. Hay que desenmascarar a esta falsa democracia que nos expolia y nos esclaviza para mantener a miles de vividores de lo ajeno para no llegar a asumir como verdadero y justo que esto es así y no hay más remedio que aguantarlo.

La China de Mao mataba de hambre a sus ciudadanos, la Camboya de Pol Pot los asesinaba por el simple hecho de llevar unas gafas, algo que era considerado como de intelectuales occidentales, la Corea del Norte actual les obliga a vivir y a pensar en el régimen como única y exclusiva prioridad de sus vidas. Todos estos regímenes tienen al Estado como padre para el que hay que darlo todo, un ente en el que se esconden las miserias de las ideologías para anteponerlas a las vidas de sus ciudadanos. No es que seamos el mismo régimen pero el fondo es el mismo, creemos que hay un ente superior al ciudadano y ese es el Estado para el que debemos trabajar casi media vida, al que le damos un poder coactivo para que utilice la violencia en nuestro nombre, recaude en nuestro nombre y haga lo que quiera en nuestro nombre, pero esa idea de Estado que en principio aparecía como una comunidad para defendernos unos de otros y crear un cierto modelo de convivencia ha terminado pervirtiendose porque unos pocos, cada dia más, se han instalado ahí porque el Estado ahora es el Poder y el Poder se ha vuelto tirano porque ha olvidado que antes del ejercicio de ese poder existian unos derechos naturales de los ciudadanos que impedían el poder ilimitado del Estado.

Todo ello se ha roto, el pacto se ha roto, no hay contrato social entre ciudadanos y Estado porque todo viene impuesto, a partir de ahí todo se distorsiona y abandona su origen, aquel para el que fue creado. El Estado se ha convertido en un monstruo manejado por ideologías fracasadas y por oligarquias caducas que ya no esconden sus prevalencias y prioridades, El Estado no es ese ente que debe proteger a sus ciudadanos, el Estado es un ente preocupado por los intereses económicos y financieros de sus castas oligarquicas en detrimento de los ciudadanos a los que ha abandonado y los ha relegado al sustrato más bajo de mayoría industriosa de la cual se abastece para mantener sus privilegios. Con eso hay que acabar cuanto antes porque algo que ha retomado un camino y una dirección no la va a cambiar si no es por la fuerza de sus ciudadanos, lo estamos viendo estos dias, como la propia justicia ha perdido su significado original y no es igual para todos, tampoco lo son los brazos ejecutores del Estado cuando asaltan negocios de ciudadanos para darles un escarmiento. Los ciudadanos no se sienten representados por las instituciones porque estas solo representan a los intereses económicos pero los ciudadanos españoles atrapados por el sindrome de Estocolmo, amamos a nuestro Estado esquilmador, saqueador y estafador y solo esperamos de él que nos pida que sigamos trabajando para él, lo hace cada viernes en cada Consejo de Ministros, éste último lo ha hecho a través de la subida de la electricidad y del aire acondicionado, lo cual significa que debemos dedicar más dinero de nuestro trabajo para el Estado y sus oligopolios, esos donde acaban los ministros tras cargarlos de favores.

Carlos RH

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