Un argumento en contra del realismo es la meta-inducción pesimista que dice que todas las teorías científicas pasadas se van reemplazando por teorías nuevas y que en el presente casi todas las teorías pasadas nos parecen falsas en algún sentido. Por tanto las teorías actuales deben ser en cierto modo falsas también aunque nos daremos cuenta en el futuro. Sin embargo esto no es cierto. Las teorías pasadas en ocasiones estaban simplemente incompletas. El modelo de Ptolomeo era válido para describir la órbita del sol, lunes y planetas, pero fallaba con algunos planetas descubiertos posteriormente y sobretodo, no encajaba con las fases de las lunas de Júpiter. Hoy sabemos que la teoría de Darwin, si bien incorporaba hipótesis nuevas a la idea de evolución que permitían describir los fenómenos observados, adolece de una propuesta de mecanismo que permitiese explicar la razón de esos cambios. La genética era ese mecanismo pero se descubrió décadas más tarde. Y algo parecido podemos decir de la termodinámica clásica, en el sentido que describe muy bien los fenómenos macroscópicos pero carece del mecanismo a pequeña escala, que aporta la física estadística basado en el concepto de molécula.