Cuando a Rusia le pareció bien que Ucrania eligiera ser independiente

Publicado el 22 marzo 2022 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

El único rastro que queda en internet de un tal Mijaíl Kornónov es una frase en el New York Times del 1 de diciembre de 1991: “Sin independencia, la vida nunca mejorará”. Solo unos años antes, decirle eso a un corresponsal extranjero, o hacerlo a secas, podría haberle llevado a la cárcel o a la muerte, pero ese día Kornónov era uno entre los millones de ucranianos que iban a las urnas para divorciarse de la URSS y de Rusia. Como mucho, sus palabras eran algo más noticiosas porque el artículo lo identificaba como “étnicamente ruso”.

Al conocerse los resultados, su opinión era más que compartida. El 84% de los ucranianos había votado y el 90% había elegido la independencia. El sí ganó en todas las regiones: en el oeste, de tradición nacionalista, las mayorías llegaban al 95%; en Donetsk y Lugansk, las dos provincias rusófonas que ahora se declaran independientes con el amparo de Putin, al 80%. Incluso entre el millón de militares soviéticos con derecho a voto, dos de cada tres optaron por la independencia, según fuentes estadounidenses. Hasta en Crimea, con mayoría de origen ruso, más del 50% votó sí.

“Una traición al destino histórico de Rusia”

Vladímir Putin sitúa la raíz de la crisis actual en aquel 1 de diciembre de 1991. Pocos días antes de invadir Ucrania, el presidente ruso expuso en un largo discurso un razonamiento para su ofensiva que en realidad era simple: Ucrania no existe, fue una creación del Gobierno bolchevique en los años veinte. Una decisión que fue “mucho más que un error” y “una traición al destino histórico de Rusia” que se concretaría con la desintegración de la URSS en 1991.

Unos meses antes de enviar a sus tropas, Putin ya había explayado esa postura en un artículo de título revelador: “Sobre la unidad histórica de los rusos y los ucranianos”. Decía que la decisión de Lenin de hacer de Ucrania una república fundacional de la URSS había sido una “bomba de relojería” cuya explosión “quedó claramente patente tras la disolución de la URSS”. Según él, cuando Ucrania pudo hacer efectiva esa independencia teórica, hubo “territorios y personas que se encontraron de la noche a la mañana arrebatados de su histórica Madre Patria”.

El mapa del referéndum de independencia de Ucrania de 1991

Pero las personas que vivían en Ucrania, incluidas muchas de origen ruso, optaron en 1991 por separarse de Rusia, y según los observadores internacionales votaron libremente. Solo el moribundo Gobierno soviético de Mijaíl Gorbachov se aferraba a la idea de que “independencia no significa secesión”, pero la URSS dejó de existir menos de un mes después. El Gobierno ruso de Borís Yeltsin, en cambio, reconoció el resultado y nombró a un embajador en Kiev.

Eso no quiere decir que muchos votantes no pensaran que la “Comunidad de Estados Independientes”, en la que se integraron varios países de la antigua URSS, incluida Ucrania, acabaría por ser algo parecido a un Estado bajo la batuta de Rusia. Sin embargo, el referéndum decía: “¿Apoya usted la declaración de independencia de Ucrania?”. El Parlamento ucraniano elegido en 1990, el primero fuera del sistema de partido único, lo había convocado para ratificar su propio documento. Y el resultado fue concluyente.

Aquel día los ucranianos también eligieron presidente a Leonid Kravchuk, no precisamente un demócrata: había presidido el Soviet Supremo de Ucrania y llegó a ser el número dos del Partido Comunista ucraniano. Los votantes pudieron haber escogido a uno de los dos candidatos que habían pasado por prisiones soviéticas por independentistas, pero escogieron una ruptura más calmada, pues esta en realidad estaba asegurada. Todos los nombres que habían logrado las 100.000 firmas necesarias para aparecer en la papeleta apoyaban un Estado propio, incluido Kravchuk.

Crimea: tensiones y heridas abiertas

Algunos problemas con Rusia se solucionaron más o menos pronto: qué hacer con las armas nucleares soviéticas, cómo repartirse la flota del Mar Negro… Pero cuestiones más profundas, como la de Crimea, nunca lo hicieron. La península había votado sí a la independencia como el resto del país, pero con mucho menos apoyo, un 54%. Era la única región ucraniana donde las personas de origen ruso eran mayoría y, para mayor dificultad, en otro referéndum pocos meses antes, el 91% había votado a favor de constituirse como una república de la URSS con capacidad para separarse de Ucrania.

¿Por qué Ucrania es tan importante para Rusia?

El debate histórico sigue hasta hoy. Putin ha denunciado que Crimea pertenece a Ucrania por una decisión soviética de los años cincuenta, cuando la región cambió de manos en un gesto simbólico que se convirtió en crucial tras la desintegración de la URSS en 1991. Ucrania, por su parte, ha argumentado que Rusia reconoció esas fronteras en los años noventa y que, si la región tenía mayoría de origen ruso, era porque Stalin había deportado a los tártaros que la poblaban antes.

La pelea pasó de los libros a la actualidad en 2014, cuando Rusia se anexionó la península. Es el antecedente más inmediato de la invasión actual. Como respuesta a la caída del Gobierno de Víktor Yanukóvich, favorable al Kremlin, uniformados rusos sin insignias se hicieron pasar por milicias y tomaron el control de la península.

La operación se formalizó en un referéndum sin garantías que dio un 97% a favor de la anexión rusa con un 83% de participación. Sin embargo, un informe oficial ruso filtrado por error aseguró que en realidad había votado un 30% de los ciudadanos y solo la mitad a favor de unirse a Rusia. La Asamblea General de la ONU sostuvo que el referéndum no tenía validez y el Consejo de Europa asume que ni se convocó ni fue legal. Fue el cambio territorial más importante en el continente desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Construir el relato de la invasión

Las relaciones entre Rusia y Ucrania están llenas de matices, pero la visión que Putin vende de la invasión como una forma de corregir una injusticia histórica es falso. Los ucranianos no se encontraron “de la noche a la mañana arrebatados de su histórica Madre Patria” en 1991. Votaron por eso. Puede que en Moscú no hubieran creído que la ruptura iba en serio o que haya ucranianos que vean ahora la independencia con otros ojos. Pero esa parte de la justificación rusa para lanzar esta guerra sencillamente no se sostiene.

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