Maternidad | Marguerite Gérard
El ser humano, cuando nace, empieza un largo camino de aprendizaje. Desde cosas vitales como el comer, el dormir o el andar hasta otras más sociales como el habla y el posterior conocimiento. Los padres gastamos esfuerzos en motivar y enseñar a nuestros hijos todas estas cosas e intentar con lo hagan cuanto antes mejor y mejor que los demás. Apuntamos incluso la fecha exacta de sus primeros pasos o de su primera papilla. Pero ¿somos conscientes de cuándo empezamos a mostrar cariño hacia los demás? Cuando mi hijo mayor me dio su primer abrazo y me dijo en un todo infantil pero solemne "mamá te quiero munnncho", fue algo espectacular. Lo había olvidado. Pero ayer mi pequeña siguió los pasos de su hermano. Aquel abrazo espontáneo y sus palabras profundas me hicieron pensar en lo importante que es enseñar a los niños no tanto a querer como a dar muestras de ese amor.En este mundo frío y distante en el que parece que cualquier muestra de amor es signo de ñoñería y debilidad nos hemos olvidado de lo importante que es un beso, un abrazo, una caricia; a un hermano, un amigo, un hijo. Por supuesto que todos los niños quieren a sus padres pero a veces capamos esa capacidad de amar o de mostrar ese amor. Y si no lo mostramos, puede ser que se muera y desaparezca. Aprendemos a amar cuando lo vemos a nuestro alrededor y no tenemos vergüenza de mostrar nuestros sentimientos. El reto está en no perder nunca esa capacidad.