Cuando dejas de culpar, dejas de necesitar perdonar

Por Emmaamme

El deseo de perdonar implica culpa. Yo necesito de tu perdón porque te culpo de cómo me siento. Yo necesito que me perdones porque me culpo de cómo me siento (yo, no tú).

La culpa hacia los demás indica una falta de responsabilidad y la que es hacia ti de una sobrada prepotencia.

Cuando yo no me he atrevido a hacer, a decir lo que siento, para no sentirme una cobarde te voy a cargar a ti con todo ese peso y así el mío se aligera:

  • la culpa de estar amargada en mi trabajo es de mi jefe o de mis compañeras cuando la que está eligiendo estar ahí soy yo (porque trabajos haberlos haiylos, pero es más fácil quedarme como estoy, así tengo algo de lo que quejarme),
  • la culpa de mi falta de autoestima y de mis problemas es de mis padres, de mi pasado, que no supieron educarme, que me maltrataron, que me abandonaron, que abusaron de mí, cuando ya no soy esa niña indefensa sino una adulta con todo el PODER de su vida en sus manos (pero sigue siendo más fácil cederlo que hacerme cargo de mí), 
  • la culpa de mis enfermedades es de mis ancestros, de la alimentación, de la contaminación…, cuando la única que descuida su salud física, emocional, mental y espiritual soy yo (vuelve a ser más fácil quedarme sentada en el sofá con el mando en la mano que salir a caminar…),
  • la culpa de que mi pareja sea infiel, no me haga caso, me maltrate física y/o psicológicamente es sólo de ella, cuando la que está decidiendo libremente, desde un principio, estar y seguir a su lado y que sea el padre/madre de mis hijos soy yo y nadie más que yo (de nuevo la facilidad de ponerme el disfraz de víctima y a él/ella el de agresor/a en lugar de ser valiente y actuar por y para mí se llevan la palma).

Nos llenamos de excusas, la mayoría muy baratas, para NO HACER, para permanecer en ese confort que tanto nos incomoda y que tanto dolor nos provoca, “por si fracasamos” y luego nos sentimos peor de lo que ahora estamos: MIEDO, miedo y más miedo.

Somos unos inmaduros que no queremos Responsabilizarnos de nuestra vida, de nuestra Felicidad. Ya si eso pido perdón de vez en cuando y tan anchos, a seguir huyendo, huyéndome, y que sea otro el que me saque las castañas del fuego, el que arregle mi mundo, el que dé los pasos que a mi no me da la gana dar porque estoy muy ocupado en darme latigazos, en machacarme, en castigarme y en no Amarme nada de nada. Y si se equivoca…¡que se prepare!, que yo no puedo estar por todo…

Por el contrario, el hecho de CREER que yo soy la culpable de tu dolor, de tu pena, de tu vacío, de tu malestar, de tu depresión, de tu ansiedad, de tu tristeza, de tu alegría o de tu pena…denota una gran soberbia por mi parte. ¿Acaso tengo yo tanto poder? ¿Tan importante me creo que soy o es que, en el fondo, lo que de verdad siento es que no valgo nada y para no recordármelo “me hago” imprescindible, al menos, para ti? Quizás lo que prefiero es que tú dependas de mí para que así te lo pienses un poquito si llega el día en que te quieras ir y yo no me quede solo con mi vacío, en lugar de quererte LIBRE y feliz…

Mi Sentir es sólo mío, de nadie más. Tú puedes intentar poseerlo y yo puedo decidir dártelo, pero jamás será tuyo, porque nace y muere en mí.

No es que esté bien o mal pedir perdón. Si considero que he actuado incorrectamente pediré perdón, pero no por el otro ni por hacer una buena obra sino para sacarme esa agujita que se me ha clavado en el corazón al no haberme sido fiel a mí misma. Siempre, todo lo que hacemos, es para nosotros, para sentirnos mejor nosotros, por una “necesidad de”. Nada tiene que ver con Fuera, aunque así lo parezca, aunque así nos lo queramos creer porque no somos lo suficientemente honestos como para admitir que es para nuestro único beneficio, para no sentirnos unos egoístas, tan poco espirituales, tan pecadores…Creencias, creencias y más creencias.

Menos culpar, a los demás y a ti, y MÁS RESPONSABILIZAR.

Si cada uno se ocupara de si mismo, de su propia paja sin meterse en la del ajeno, no sería necesario que el mundo entero se estuviera continuamente arrodillando para pedir perdón, y nos dedicaríamos a mirarnos directamente a los ojos, a Vernos desde el corazón, desde el Amor, nuestro Amor, en lugar de ir con la cabeza siempre gacha, por la vergüenza que nos tenemos, contándonos las baldosas que pisamos pudiendo estar recitándonos las estrellas por las que volamos.

 “Perdónales Señor porque no saben lo que hacen,

y yo…tampoco”


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