Cuando divulgar se vuelve dos veces vulgar

Publicado el 21 enero 2014 por Desequilibros
El problema de la divulgación es que el amiguismo, el egocentrismo, el seguidismo, la falta de criterio, la soberbia intelectual y el desprecio a la crítica se vuelven norma y adulteran, con conductas espúrias, el objetivo principal: la difusión y promoción de la Cultura, en su sentido más amplio.
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No me extenderé en enumerar los numeros proyectos digitales de corte divulgativo (cultural, científico…) que me parecen dos veces vulgares, por dos razones:
  • una, porque esta modesta bitácora que lees puede ser perfectamente englobabada como uno de ellos;
  • y dos, porque algunos de esos proyectos pertenecen a afamados y exitosos di-vulgadores con los que, a estas alturas, no pretendo enemistarme, más allá de las divergencias que ya hayamos podido tener en su momento.

Tampoco, por tanto, glosaré aquellos que sí me parecen dignos, también algunos propiedad de notables, para que no parezca aquello de Lope de Vega de "qué tengo yo, que mi amistad procuras".
Lo cierto es que la divulgación, sobre todo científica, está quedando en manos de demasiados santurrones cuya misión se vuelve cada día más en endogámica, autopromocional, en permanente mendicidad digital, cuando presa de conductas rayanas en el spam.
Es cierto que el campo está abonado para que este tipo de conductas triunfen, también por dos razones:
  • una, los recortes en ciencia y en cultura que llevamos años padeciendo, con las consecuencias que podemos comprobar en forma de fuga de cerebros y penuria presupuestaria para proyectos de investigación. Así, las soflamas (#3) tienen muchas más posibilidades de encontrar audiencia;
  • y dos, porque la divulgación ha hecho suyas gran parte de las conductas más censurables de los medios de comunicación tradicionales: sensacionalismo, levedad de contenidos, conductas plagiarias y falta absoluta de autocrítica o de respeto a la divergencia.

Si a esto le añadimos que muchos de estos proyectos se han rodeado de legiones de seguidores cautivos, completamente faltos de criterio, que jalean, aplauden y defienden ante quien sea cualquer cosa que lleve determinada firma o sello, el resultado es que la divulgación se está volviendo dos veces vulgar.
Vulgar en sus acepciones de "contraposición a especial o técnico", "que es impropio de personas cultas o educadas" o "que no tiene especialidad particular en su línea".
Cierto es que divulgar significa, literalmente, "publicar, extender, poner al alcance del público algo", y que divulgación es la acción y efecto de divulgar. Y en este sentido, todos aquellos proyectos que pretendan -y consigan- este objetivo, siempre serán bienvenidos.
Y lo serán porque así conseguiremos mejorar el nivel cultural general a través de medios alternativos a los ya existentes y que tan magros resultados vienen consiguiendo.
El problema viene cuando el amiguismo, el egocentrismo, el seguidismo, la soberbia intelectual y el desprecio a la crítica se vuelven norma y adulteran, con conductas espúrias, el objetivo principal: la difusión y promoción de la Cultura, en su sentido más amplio.
La verdadera divulgación no se engríe ni envanece. Y cuando lo hace deja de ser divulgación para ser simple y lanamente vulgarización, con el matiz peyorativo de la acepción de "vulgar".
Pero, a día de hoy, esto está lejos de suceder, porque la divulgación no es ciencia y, visto lo visto, no predica ni practica la misma filosofía.
"Dice el pueblo que para todo se necesita entendimiento, hasta para barrer; y nosotros decimos que para todo se necesita justicia, pero sobre todo para la crítica, so pena que ésta produzca el efecto contrario al que se propone el que la ejerce".
Fernán Caballero. Vulgaridad y Nobleza.

Asumiré la crítica de quien crea que esta reflexión me retrata o simplemente es producto de la envidia, o de algo peor.
Realmente surge de comprobar cómo muchos proyectos de éxito han perdido el norte y/o sucumbido bajo el peso del ego de sus gestores y cómo otros muchos han desaparecido por el hastío de sus promotores, fatigados ante el panorama de la actividad en la que pretendían desenvolverse.
Cada vez son más lo que hablan sin saber y también cada vez más los que, sabiendo, callan.
Y cada vez más los fans de medianías y menos las cabezas amuebladas con criterio.