Cuando se vive en elorden de lo necesario, no se disfrutan de los encuentros con el otro.Más que amar, se convierte en una demanda amorosa que exige del otrola plenitud, colmar un deseo que, por otra parte, es caprichoso einsaciable por ser la fuente de la misma vida. De él emanan tantasrelaciones, tantos afectos, tantas pasiones...como vidas porconstruir. Si se niega el deseo por los otros(personas, trabajo,aficiones...), fruto de mi intolerancia nacerá esa mano que ahogue ycoloque ante mí a mi pareja para ocultar tantos espejos que reflejanmis propias pasiones. Así, obligado a caminar de espaldas atado amí, para ocultar con su opaca sombra tantos cristales en los queampliar mi mirada, o bien su sombra se escurrirá a cada rayo de luzhasta desaparecer de mi lado o pretenderé llenar mis ansias con lailusión óptica de su contorno con el consecuente vacío que estoconlleva. La completud no existe, debemos de ser dueños de nuestrospropios deseos, construirlos, para lograr una vida en la cual nonecesite mirar al otro de frente y evitar así, paralizados, nuestrocaminar, sino continuar hacia un horizonte visible desde tantasdirecciones donde poder sentir la ilusión de nuestro encuentro.
Laura López,psicóloga-psicoanalista