Siempre he creído que gran parte de las depresiones que nos alcanzan en algún momento de nuestra existencia, pese a todo lo científicamente consabido, tiene relación directa o indirectamente con el preciso momento en el que vamos tomando conciencia de que el Mundo nos desborda, que nos estamos quedando lejos del tren del presente y del futuro próximo. Forma parte de ese ya clásico "reloj biológico". El cerebro es como un dosificador de ambientador que cada cierto tiempo nos expande con un excedente químico que nos pone en guardia sobre nuestro estado vital. Es como si genéticamente estuviéramos programado para que cada ciertos años se nos lanzara un llamamiento para realizar ciertas actividades vitales necesarias para la consecución de la superviviencia de la especie. Querer ser padre, tener éxito, comerte el mundo, tener múltiples relaciones amorosas y sexuales, querer ser poderoso, luchar contra las enfermedades...etc. De ese modo, el llamamiento a ese enquilosamiento mental ante ese presente que nos engulle irremediablemente como ley de vida es otra imagen en ese "reloj biológico". Pero a veces, cuando estamos sobrecargados de frustraciones biológicas de tiempos pasados, ese "cuando el mundo te desborda" con que nos rocía el cerebro se vuelve turbador y llega a tener consecuencias inesperadas y desagradables que pueden hundirnos en una profunda depresión. Es como si en nuestras "ondas hertzianas" de nuestra emotividad se hiciera un agujero en la zona de bajada y nos coláramos por ella mucho más abajo de lo deseable o cayéramos a un vacío inevitable. Puede que ese agujero empezara pequeño, y que pudiéramos evitarlo a cada bajada, pero como en un papel que arde y no se apaga, el agujero va creciendo hasta que nos es imposible saltarlo. Podemos minimizar los riesgos apagando ese papel que arde, o podemos reparar y tapar el agujero, pero para ello hay que retrotraerse a los recuerdos de anteriores llamadas biológicas y apagarlas como se apaga un despertador cuando marca la hora de levantarse para ir a trabajar. Cada cual a su estilo.