Cuando el resultado no es el que el marcador indica

Publicado el 28 octubre 2011 por Jmporense @futbolbaseymas
Esta semana hice referencia a un colegiado que aconsejó a unos chavales infantiles que no hiciesen caso de lo que estaban escuchando desde la grada, no voy a volver a pronunciarme sobre algo de lo que estoy personalmente HARTO de ver, de escribir y de denunciar. Las reacciones no son nunca las propias de un padre que asume que no actuó correctamente y como siempre (que quede claro que no se generaliza),  la reacción siempre se produce hacia el que comenta los hechos en lugar de mirar el ombligo y reflexionar. Solo os pediría que dedicaseis  un poco de tiempo en LEER al menos un poco de lo que se escribe sobre lo que muchos consideráis "actitudes normales". Bajo el texto inferior hay algunos enlaces, si queréis os puedo dar decenas de sitios en donde profesionales varios aconsejan sobre un tema preocupante para mi, yo los leo y opino además en función de lo que llevo observando desde hace mucho tiempo. Lo estudio por que me preocupa mas el resultado final de la trayectoria de un niño o adolescente que el resultado del domingo o del puesto a final de temporada, eso es pasajero y lo importante permanecerá en el tiempo. Cuando leáis con detenimiento al menos lo escrito abajo, podéis mirarme y decirme si ciertas actitudes son "normales". Lecciones para padres, los niños las asimilan sin problema alguno y lo que es mas grave... las sufren. Y que quede muy claro que esto no va dirigido única y exclusivamente hacia unos aficionados, todos los equipos (salvo honrosas excepciones) de todos los Clubes tienen en su entorno ejemplos a no seguir. ¿Vale todo en el fútbol?... en el de niños al menos no.
"Un elevado porcentaje de la violencia que se produce en el fútbol base, es causada por los padres. Profesionales como deportistas, árbitros y psicólogos hacen llamadas de atención para acabar con la violencia en un contexto donde, no nos olvidemos, hay niños que educar.Se da el caso de árbitros que pitan partidos en los que los chavales tienen buen comportamiento en general, y durante el encuentro y al acabar el mismo, son agredidos verbal y/o físicamente por los padres, y en algunos casos también por las madres.Como ejemplo, la experiencia de Angel Andrés Jiménez Bonillo como árbitro del fútbol base nos dice bastante en este asunto. Cada fin de semana se metalizaba para recibir aluviones de críticas e insultos por parte de los padres, y en una ocasión, un padre saltó al césped y le agredió: le dejó KO de un golpe. En otra ocasión, pitaba un partido de juveniles, que acabó 3-2. Los chavales se comportaron estupendamente, y no así los padres del equipo derrotado, que al acabar el partido, le empezaron a insultar, y entonces, un chaval de ese equipo, les pidió a todos gritando respeto a este señor. Y después de este suceso, nos preguntamos: ¿Quién educa a quién?.En muchos casos, los padres incitan a que sus hijos sean violentos, con gritos del estilo: “Dale fuerte”, o “Machacalo”. Otras veces algunos no paran de gritar a sus hijos, dándoles órdenes, y presionándoles y presionándoles, para que ganen. Y los chavales cogen así un nivel demasiado elevado de ansiedad que no les permite demostrar su verdadero potencial y disfrutar del fútbol como debiesen. Las madres son, en ocasiones, más radicales, posiblemente porque entienden como una agresión contra su hijo cualquier lance normal de juego.Más que en un campo,el niño juega al fondo de una olla a presión. Los informes lo refrendan: el padre espectador es en muchos casos un padre en pie de guerra. Sus gritos son de todo menos didácticos, porque no ayudan al jugador, lo encrespan y a una edad que necesita aprender antes que ganar. Donde debería tener un profesor, hay un chillido. El peor ejemplo.
Fernando Gimeno, profesor de psicología deportiva de la Univ rsidad de Zaragoza, defiende que estas conductas se graban a fuego en los chavales: “Los niños están en pleno proceso de formación del autoconcepto, de su autoconfianza, de la capacidad para tomar decisiones y resolverlas. Y los chicos buscan el reconocimiento de sus padres. En estas circunstancias, el mensaje de ‘yo quiero que seas el mejor y no puedes fallar’ resulta mucho más negativo que el de ‘esfuérzate, haz lo que puedas y disfruta’. Cuando un padre se obsesiona por que su hijo brille (y no solo en el deporte), eso suele acabar mal”.Gimeno ha dirigido varios programas de prevención de la violencia en el deporte base y recomienda huir de los estereotipos: “Conozco a muchas personas que son educadísimas y que, sin embargo, cuando ven a su hijo jugando al fútbol pierden la cabeza. Insultan, chillan… No se reconocen. Ésa es la complejidad del deporte escolar: personas que no son antisociales caen en conductas antisociales». El árbitro Jiménez Bonillo también pide huir de las generalizaciones fáciles: «Hay muchos tipos de padres. La mayoría se conforma con ver disfrutar a sus hijos. Pero también he visto tarados que se pasan el partido subiendo y bajando de la grada, gritando, metiendo presión al entrenador, al árbitro… y a su propio hijo”.En definitiva, lo que queremos es que nuestros hijos disfruten y sean felices jugando al fútbol, y al mismo tiempo, que aprendan valores como el respeto a los demás y a resolver pacíficamente sus conflictos. Aunque repasando lo visto, primero tendremos que educarnos los padres.IUSPORT: WEB DE DERECHO DEPORTIVO 

EL FUTBOL BASE EN EL ENTORNO FAMILIAR

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