Corría el año 2002 cuando cuatro locos sevillanos se metían a ensayar a un garaje, inocentes entonces sobre el lugar a dónde les podría conducir un loco sueño. Sólo había una cláusula en aquel contrato de inocencia: Ni en los primeros ensayos se harían versiones, todo serían canciones propias.
Jorge Correa a la batería, Miguel Ángel Santos a la guitarra solista, Aldo Jaenes al bajo y Marcos Molina a la guitarra y a la voz se escapaban del colegio para intentar sacar adelante un sueño que cada vez se hacía más real, desconocedores de que pronto todo cambiaría, que después de subirse a las primeras tablas, no habría forma de volver atrás, no podrían vivir sin volver a sentir la adrenalina del directo corriendo por sus venas.
Sin embargo, las cosas no son tan fáciles como parecen, las letras se atascan, las mentes de colapsan dejando entrever que aún queda un largo camino hasta convertirse en músicos con mayúsculas. “Cierto es que descubren la complicación de no saber plasmar en una canción todo lo que llevan dentro, aún queda camino por recorrer para el músico… pero por eso mismo lo llamé artesanía compositiva, hecha con las manos y empujada con el corazón”, decía Carlos Roldan, el Quinto Silencio. Y así era, no había letras más “corazonales” o impulsivas a la par que desgarradas que las que Gritando en silencio hacía en su garaje.
Como bien decía Sabina, a quien estos silenciosos “visitan en su calle Melancolía”, “cuando menos te lo esperas el diablo va y se pone de tu parte”. El diablo de estos chicos fue Albertucho, quien decidió colaborar con ellos en “…ahora que…”, su primera maqueta, que según nos comentan, recuerdan de forma bastante casera: “Cuando empezamos, grabábamos las voces de la maqueta en el cuarto de baño y repartíamos las maquetas en mano entre todos los amigos, hasta que poco a poco, bajo nuestra sorpresa, gente “desconocida” nos la iba pidiendo por email desde Valencia, Valladolid o Granada. Era una pasada.”
Marcos Molina
Es cierto, la acogida de esta primera maqueta fue excelente, todo el mundo mencionaba a aquel grupo que había colaborado con el ya reconocido Albertucho y a más de uno se le habían quedado cortas aquellas cuatro canciones. Esta buena respuesta al primer intento unida a la inspiración de Marcos, a quien “nunca le sobran las canciones y siempre tiene algo que decir”, hizo que en menos de un año llegase la autoproducción de la que sería su segunda maqueta, “Destilería de Rock&Roll”.
“Las maquetas fueron el arranque inevitable de cuatro amigos con voluntad de compartir lo que modestamente creaban. Grabadas con métodos casi de artesano, plasman lo que éramos en esos momentos cuando pasamos de tocar en el instituto a pegarnos una gira por todo el estado sin ni siquiera tener un disco”, nos cuentan.
Tras varios premios estatales y el reconocimiento de un ya fiel público, la hora de meterse a crear algo más allá de una maqueta había llegado. Crean un disco doble y se meten con la grabación de las voces, pero es entonces cuando su aliado diablo se vuelve en su contra, haciéndoles perder todo el contenido del disco duro en el que guardaban sus nuevos temas y traspasando el estudio donde estaban grabando.
Perdieron todo, es cierto, pero como ellos bien saben, “la vida, el rock and roll y el sexo solo es actitud”, así que no se dieron por rendidos y volvieron a comenzar de cero. Así, con dos años de retraso y bajo licencia Creative Commons, graban entre dos estudios y habitaciones propias diferentes, su primer LP, “Contratiempo”, que fue liberado gratuitamente en su web, permitiendo así su libre descarga.
““Contratiempo” es nuestro primer trabajo de estudio, y con él nos llega cierto reconocimiento por parte de la crítica especializada en forma de premios y del público, gracias al cual empezamos a llenar salas de aforo medio en diferentes ciudades”, nos dice el grupo. Pero eso no es todo, además de una gira de casi cuarenta conciertos, muchos de ellos con cartel de “entradas agotadas” colgado, la banda logra, con tan solo un CD en el mercado, formar parte de los tres grandes festivales estatales, Viña Rock, Derrame Rock y Aupa Lumbreiras.
En “Contratiempo” nos encontramos con claras influencias del rock estatal, pero algo va más allá. Gritando en silencio ya había creado un estilo, un lenguaje y unas melodías propias que haría que cualquiera pudiera reconocer uno de sus temas con tan solo escuchar unos acordes. Los pegadizos riffs de guitarra y la voz casi rota de Marcos son la perfecta combinación necesaria para que esas letras que hacen del dolor puro arte y de la desgarrada realidad una pegadiza melodía puedan llegar, desde el minuto cero, a lo más hondo del corazón.
Claro que Marcos, letrista del grupo, ha conocido el amor, o al menos eso demuestra en temas como “A la luz de una sonrisa”, pero también ha perdido a un gran amigo en “Dos copas de más”, himno indudable del dolor de una partida. Además, también se compromete con la sociedad con temas como “Cuentos de desgarro” donde hace una crítica a la realidad que le rodea o “Mereció la pena”, con la que busca el despertar de la aletargada sociedad. Sin embargo, todo ello sin olvidar nunca que la amistad está por encima de todo, como grita en “Hijos de la madrugada”.
Sin embargo, no todo lo que piensan ha sido cantado, por lo que al terminar la gira el grupo se mete de lleno en la grabación de un esperado segundo LP. De esta forma surge, “Maldito”, cuyo nombre se convierte en un claro presagio sobre el veneno que destilan la mayoría de sus letras. Surgen, junto con este segundo trabajo, temas que se convierten en claros himnos como es el ejemplo de “Allí estaremos”, que logra convertirse en himno del movimiento 15M.
“Ahora nos encontramos en la recta final de la presentación de nuestro segundo trabajo largo, “Maldito”, un disco quizás más íntimo y de medios tiempos. Gracias a Maldito no hemos parado, y es que llevamos más de un año presentándolo por cada rincón al que podemos llegar. La gira está yendo de maravilla, con una respuesta del público que aún en las ciudades a donde vamos por primera vez no deja de sorprendernos. Y nosotros cada vez más compenetrados sobre el escenario y bajo él. La verdad es que no nos podemos quejar”, nos comentan al preguntarles por el punto en el que se encuentran actualmente. Y la verdad es que a pesar de decir que “son animales que nunca estuvieron hechos para las ciudades”, no hay ni una sola de las ciudades españolas que no sueñe con pasar unas horas acompañados por su voz; por suerte, ellos mismos afirman que “no cambiarían nada de lo vivido, ni fama ni dinero, por noches haciendo ruido en un local.”
Dijeron en su día los Marea que eran la mejor banda del momento porque no había ninguna otra en el panorama musical. Probablemente, por aquel entonces, el señor Kutxi Romero no era consciente de que había cuatro chavales sevillanos que se saltaban las clases para irse a ensayar. Aquellos cuatro chavales que pasaron de la nada más absoluta a colgar carteles de entradas agotadas. Aquellos cuatro chavales que gritan silenciosamente, pero cuya voz cada vez se oye con más fuerza. Que tiemble Marea, Extremoduro o las mil bandas de rock actual, porque estos sevillanos pueden con todo y todos, “sobreviviendo en tiempo y en espacio”.
Miriam