Cuando el sistema dice para, hay que saltar.

Publicado el 05 diciembre 2019 por Carlosgu82

Hay una etapa en la vida de cualquier mujer que marca una inflexión, ese momento suele suceder dentro de la década de los cuarenta. Yo, que pensaba que eso de la crisis de los cuarenta era un mito, rápidamente me di cuenta de que existe y que no solo la pasan los hombres, siempre referida a ellos, si no también las mujeres.

Nuestro sexo es siempre cambiante, siempre determinado por el mestizaje entre el componente biológico y el social.

Si a eso se le añade que se cruce en el camino la transformación de un adolescente en casa y que además estés en paro, el resultado puede ser una bomba estallando y ahora, más que nunca, estallamos. Y lo hacemos sin tener que pedir permiso, sin tener que hacerlo en silencio, sin tener que sentirnos culpables por tener sentimientos atribuidos siempre al género masculino. Estallar no tiene porqué vincularse a violencia o insultos, estallar significa levantar la mano en alto y decir STOP. Voy a cuidar de mi, ha llegado mi momento. Llegó la crisis existencial, ¿qué quería hacer? ¿qué he hecho? ¿qué puedo hacer todavía?

Y ante eso no hay vuelta atrás, no hay nada que lo frene. Por eso las mujeres renacen a los cuarenta, por eso se reinventan muchas, por eso ya no dan importancia más que a las cosas que realmente la tienen, por eso se encuentran de nuevo, se quieren y se miman. Y, sin embargo, la sociedad nos vuelve a castigar.

A muchas mujeres las han despedido, sé que a hombres también, pero hoy toca hablar de las mujeres y lo que estar en el paro representa para muchas.

Inútil es la palabra que más he escuchado para resumir la sensación de que el sistema te ha vetado, que ya no eres ni joven para poderte moldearte ni lo suficientemente mayor para que te puedan mangonear. Así que tras veinte años trabajando se encuentran en casa, y aunque quizás no dependan económicamente de su pareja, así lo sienten.

Sé que ante realidades mucho más duras y más preocupantes, ésta a la que aludo parece una nimiedad. No lo es, cada vez le pasa a más mujeres. La dificultad para encontrar trabajo es enorme, las plataformas de búsqueda de trabajo, insufribles. Colgar currículums que son descartados en cada proceso de selección crea una espiral de desazón difícil de soportar. Un huracán de sentimientos tristes y negativos que pueden llevar a estados de ansiedad e incluso a la depresión.

Ver el tiempo pasar dentro de días que se repiten como clones.

¿Qué se sigue haciendo mal? ¿Por qué nosotras siempre nos llevamos la peor parte?

Entonces cierran lo ojos y con un elegante salto de bailarina se encaminan a nuevos proyectos. Emprendedoras de cuarenta años, bueno nunca es tarde, aunque la palabra emprendedor sí vaya entrelazada a las startups o a las profesiones nuevas en las que ellas, claro está, no disponen de todos los conocimientos. Así que antes de emprender se forman. Se encuentran, de la noche a la mañana, con cursos on line reciclándose para poder competir en internet.

Y yo, desde aquí, exclamo en voz alta «Valientes» porque lo son. Porque las mujeres caemos, pero nos levantamos, nos superamos ante la adversidad, y aunque tenemos días malos, siempre intentamos encontrar luz. Las mujeres somos la madre tierra en cuerpo físico, somos vida y como la vida siempre seguimos avanzando.